Capítulo 9

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-¿Ha disfrutado el paseo, señora Dornan?

-Mucho, nunca me había subido a uno de estos botes.

-Imposible -Burne miró a Jamie con el ceño fruncido. -¿Es que mantienes cautiva a esta bella mujer?

El aludido le dio un gran bocado a su burrito para pensar cómo responder a eso, el paseo había parado en un restaurante mexicano que estaba a un costado del parque Phoenix, todos estaban distribuidos entre las mesas de plástico compartiendo burritos, tacos y patatas fritas, la bebé pequeña miraba a su alrededor desde los brazos de la señora Gibson y un par de chicas de diseño que estaban sentadas con ellos le hacían caras graciosas y pellizcaban sus mejillas, y entre los vecinos del 7-A y 7-B parecía existir ahora una tregua de paz, la bandera blanca estaba entre ellos en forma de una niña pequeña que se metía trozos de carne con salsa en la boca a montones.

-No he visto mucho de Dublín, estaba instalada en Belfast con la familia de Jamie, hace poco decidimos que lo mejor para las niñas era tenerlo más cerca -lo miró con un gesto que invitaba a no contradecirla. -¿No es así, tesoro?

Él solo pudo asentir con la boca llena.

Poco a poco todos comenzaron a despedirse pues el cielo estaba nublado y oscurecía cada vez más, todos pasaban por su mesa antes de marcharse para desearles buenas noches y echarle una mejor mirada a Dakota y las niñas.

-Deberíamos irnos antes de que comience a llover -dijo ella acomodando a Phoebe en el cochecito.

-No va a llover, creme -tenía a la pequeña niña de la mano, pero ella alzó los brazos pidiéndole que la cargara, de mala gana, lo hizo. -Los locales sabemos de estas cosas.

Se despidieron de los pocos presentes que quedaban, Burne y su esposa los despidieron mientras esperaban un taxi, comenzaron a caminar por un costado del parque en silencio, Jamie comenzó a pasarse a Dulcie de un brazo a otro, al final la bajó y la miró con detenimiento.


-Esto no funciona.

-La llevaré yo si te pesa...

Jamie giró de espaldas a la niña, la tomó de los costados y la alzó hasta sus hombros donde la pequeña primero sorprendida soltó un chillido tan agudo que casi le rompe los tímpanos, y luego  al sostenerse de la cabeza del hombretón se rió encantada, Dakota miró la escena con una sonrisa mientras avanzaban de nuevo, era la primera vez que la llevaban así.

-Hablando muy en serio, deberías contratar una niñera, te vendría bien conocer la ciudad sin cargar a este par que nunca se cansa.

-No puedo hacerlo, pero agradezco la sugerencia y tu propuesta de echarme la mano de vez en cuando que estaba en nuestro trato -como él la miró malhumorado, prosiguió. -Quiero tener la custodia total de las niñas cosa que el cretino de su padre no aceptó a pesar de que no tiene tiempo de visitarlas,  y para que eso suceda el juez dictaminó que debo demostrar ser una madre responsable, por lo que he de pasar un año por mi cuenta con ellas.

-No dudo que puedas hacerlo, pero es demasiada responsabilidad, ¿qué tal si te enfermas?

-Tengo buenas defensas, no pasará.

-¿Y si te caes y te rompes una pierna?

-Tomé clases de balet y jugaba soccer, mi equilibrio es envidiable.

-A ver, ¿qué tal que cae un meteorito en tu departamento...?

-Deja de ser absurdo, me las arreglaré pase lo que pase, así que nada de niñeras, au pairs o personal de servicio, nada que deba pagar está permitido.

Trato hecho | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora