Capítulo 4: Viaje loco

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—Walter—se levantó de la silla—Pensé que estabas...

—Fuera de mi casa—mi abuela entró a golpearlo con una escoba.

—Ay, mamá. Por favor—la apartó— ¿Dónde se perdió el ausente?

—Scarlett, no quería irme, pero mi padre tuvo la culpa.

—¿Qué? ¿Te obligó a dejarme a la deriva con un bebé?

—Me mandó a otro país—explicó—. Y bueno, cuando ya tenía la libertad de volver... Tuve miedo.

—Debiste quedarte en tu madriguera, rata.

—¡Abuela!

—No podía aguantar más sin verlas a ustedes dos—se acercó y tomó sus manos—. Por favor, dame otra oportunidad.

Mi madre se detuvo a pensar una respuesta. Cuando finalmente tuvo una soltó las manos de mi padre.

—Podrás ver a tu hija las veces que ella quiera, pero de parte de mi no recibirás nada.

—Gracias, muchas gracias, amor—dijo ruborizando a la morena—. Perdón, es que... Es la costumbre—dijo nervioso.

—En tanto y no se vuelva a repetir—fingió seriedad, pero sé que en el fondo había adorado que la llamara de esa forma.

Poco a poco mi madre fue perdonandolo, puesto que el estuvo presente en cada momento crucial de mi vida desde aquel día.

Mi padre supo demostrar su arrepentimiento. Asistía a cada actividad del colegio; mis amigos no podían creer lo que sus ojos presenciaban.

El tiempo se pasó tan rápido que desconocí el momento en el que llegó la semana santa, estábamos a menos de una semana del cumpleaños de Valentina.

—Chicos, saben que mi cumpleaños está cerca, por eso quiero invitarlos a mi casa—sonrió.

—¿A qué hora tenemos que ir?

—Salimos el viernes a las 14:00.

—Pero tu cumpleaños es el sábado.

—Lo sé, yo me refería a mi otra casa—explicó—. La del campo en donde trabaja mi padre.

—Aún más genial—sonreí.

—¿Puede ir Tony también?—preguntó Olivia.

—Liv, lo ves todos los días ¿también los feriados?—cuestionó Ricky.

—Parece ser que alguien está celoso—molestó Vale—. Claro que puede ir a la fiesta.

—¿Fiesta? ¿Dónde?

—Hola, Max—titubeó.

—Tu Tina nos estaba invitando a su cumpleaños en la casa del señor Mateo.

—¿Ah si? ¿Cuando pensabas decirmelo?—preguntó lo más amable posible.

—Bueno... Es que... No creí que querías ir hasta allá.

—Eh... Nosotros los dejaremos solos—tomé a Olivia y Ricky y salimos del aula.

—Claro que me encantaría ir, es tu cumpleaños amor—sonrió—. Además, así podré conocer a papito suegro.

—Max, aún no le conté que tengo novio—se encogió en hombros.

—¿Cómo? Pero si llevamos más de un año.

—Para el soy su niña pequeña ¿Cómo esperabas a que se lo dijera? ¿Por teléfono o por carta?—cuestionó—Además, en cuanto se enterara se encargaría de hacerte la vida imposible.

—Tranquila, él me va a amar cuando me conozca—peinó su cabello, coqueto.

—Ay ya, tarado—golpeó su hombro.

—Te amo—besó su frente.

El día jueves en la tarde nos reunimos todos para ir a la fiesta.

—¿Ya estamos todos?—preguntó la señora Gabriela.

—Todavía, falta que llegue Antonio—expliqué.

—No podrá venir, se fue a un retiro con su familia—explicó Olivia con una mueca de tristeza.

—¡Si!—Ricky no pudo contener su felicidad—Eh... Yo...—buscó una mentira—Por fin encontré mi cargador.

—Ya subamos a la camioneta—Max trató de cambiar el tema.

La señora Román subió con el tío de Vale a la cabina del conductor mientras que nosotros subimos a la batea del vehículo.

El conductor manejaba de la forma más tosca posible, parecía que en una de las curvas de aquel camino de tierra nos tiraría al medio de los árboles que rodeaban la carretera.

—Tina, ¿ya llegamos?

—Aún faltan unas cuantas horas—respondió—. Estaremos cerca cuando crucemos el río.

Ojalá y no hubiéramos pasado por el río...

—Tío, ¿qué pasa?

—Se plantó la camioneta—respondió desde la cabina.

Bajamos a empujar, pero a pesar de nuestros intentos el vehículo se hundía cada vez más. Finalmente llegó nuestra ayuda.

—¿No quieren que los ayude?—dijo una voz masculina.

Inmediatamente llamó a un hombre y se subió a un tractor con él. Logró sacarnos del río en menos de diez minutos.

—Muchas gracias, señor.

—No es nada—dijo bajándose del tractor, revelando su identidad: era Alejandro, traía una barba, el cabello más voluminoso y una parte de su rostro se encontraba quemada.

Sentí que mi corazón paró de latir por un segundo, mi respiración se agitó y se formó un nudo en mi garganta.

—¿Alex?—apenas y articulé esa palabra.

—No-puede-ser—exclamó Olivia, quien estaba tan sorprendida como los demás.

Él me miró con sus lunas de plata, quedó petrificado, estaba igual o más confundido que yo.

Me acerqué a abrazarlo.

—Estás vivo—coloqué mis manos en sus mejillas y me fui acercando a su boca hasta chocarme con ella. Extrañaba el calor de esos labios, extrañaba tocar esos rizos que ahora se convirtieron en unas enredaderas, extrañaba sentir su respiración cerca de mi, realmente lo había hechado de menos.

¿Quieren saber qué pasó con Alex?👀 ¿O por cómo sobrevivió? ¿Alguien fue a rescatarlo o acaso fingió su muerte?😱😱😱😱😱😱
Éstas preguntas pronto serán respondidas, no se pierdan el próximo capítulo *se va dramáticamente*

¿Odiarte? ¡Imposible! [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora