Capítulo 23: Al fin

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Al instante volví con Antonio

—¿Lo conoces? ¿Cómo se llama?—pregunté desesperada.

—Nadie lo sabe, el insiste en ocultar su identidad—respondió—. Pero dentro de una semana yo haré que todos la sepan, porque mañana le daré la revancha.

Mientras tanto, Olivia y Ricky se adentraban en anécdotas tragicamente divertidas:

—¿Te acordás de nuestras clases de protocolo para comer?—rió.

—Oh Dios, eso era tan ridículo—carcajeó.

—¿Por qué?

—Nadie va a comer con siete tenedores con su novia.

—Si, la verdad no sé en qué pensaba cuando quería impresionar a Sofia—rascó su nuca.

—Estabas hipnotizado por su belleza sobrenatural—meneó sus manos en tono sarcástico.

—Hey, eso fue muy odioso—trató no reír—. Aunque si, no se lo que le vi cuando te tenía a vos—Olivia lo miró confundida—, es que los amigos son muy importantes para mí y yo lo cambié todo por ella—cambió la oración cobardemente.

—Tranquilo, eso ya pasó. La que en serio se pasó fui yo, te dejé de lado a vos y a Star por un boxeador que me puso el cuerno con mi amigo.

—¿Por qué no empezamos de nuevo?

—Hola, soy Olivia Oropeza—extendió su mano—¿y vos?

—Mucho gusto—estrechó la mano de Liv—, yo soy Ricardo Abad. Me gusta el fútbol, mi sueño más tonto es crear una aplicación exitosa y... Soy bastante despistado

—No creo que ese sea un sueño tonto—respondió Olivia.

—¿Pero si crees que soy despistado?—bufó.

—Y también creo que te gusta el fútbol—añadió.

—No deja de ser ofensivo—hizo un puchero, pero sus hoyuelos delataron la sonrisa que estaba por venir.

—Estoy tratando de ser sincera—carcajeó—Ricky, ya tengo que irme—se incorporó y le dio un beso en la mejilla a su acompañante—. Nos vemos.

—No me dijiste cual era tu sueño tonto—manifestó.

—Está bien, te lo voy a decir... Con la condición de que me prometás que vas a cumplir el tuyo—propuso.

—Es algo muy irreal—dijo sin una pizca de fe.

—Entonces no te voy a decir—cerró una cremallera imaginaria sobre su boca.

—Bueno, ya. Haré mi lucha—cedió—. Pero no te prometo nada. Ahora decime el tuyo—posó una mano en el mentón.

—Es ser diseñadora de modas—respondió tímidamente.

—¿En serio?

—Lo sé, es una locura—se encogió en hombros.

—Es una locura sensacional—añadió Ricardo—. He visto tu trabajo y es muy bueno.

—¿Cómo has visto mi trabajo?—cuestionó intrigada.

—¿Me vas a decir que tus vestidos de fiesta no te los hiciste vos?

—Si, los hice yo—respondió dejando que sus ojos chispearan—. ¿Cómo sabés?

—Podré ser despistado, pero sé tomar atención a las obras de arte—respondió—. Tus vestidos tienen un gran toque personal que ninguna otra prenda tiene.

¿Odiarte? ¡Imposible! [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora