Capítulo 3: ¿Puedo pasar?

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¿Quién diría que Ricky estaría viviendo lo mismo que mi padre? A la mañana siguiente, el llegaba a la entrada del aula cuando presenció a Olivia con Antonio, quienes estaban muy acaramelados.

Inmediatamente tiró a la basura la rosa y la carta que traía para ella.

Nuevamente salí a comer con mi padre para escuchar el fin de la historia. Cada día se mostraba más cariñoso y sutilmente se deshacía la imagen de padre desnaturalizado que me había pintado mi abuela.

Una lluviosa noche, Walter salía de entrenar cuando se encontró con los tortolitos, pero esta vez no estaban tan enamorados como la primera vez, en realidad estaban discutiendo.

-No quiero hablar con vos, no en ese estado-elevó la voz.

-¿Qué estoy haciendo mal?-preguntó tambaleante.

-Oh, por favor, Victor-pellizcó su nariz-. Me avergonzaste en esa fiesta.

-Disculpame por tratar de divertirme-dijo a la defensiva.

-¿Ahora me vas a voltear la tortilla? Sabés bien que no es de la forma en que lo ves.

-¿Entonces cómo es? Oh sabia y perfectísima mujer-dijo irónico.

-¡Sos un idiota!

-Perfecto, éste idiota se va-dijo tajante.

-Adelante-asintió-. Andate a donde te plazca ¡No quiero volver a verte!

El ebrio siguió su camino, mientras que la señorita se refugiaba en sus propios brazos. Se sentía frágil, el llanto logró vencerla en medio de la torrencial lluvia. Esa era la señal que Walter esperaba; sin dudarlo se acercó a ella.

-¿Qué le pasó, señorita?-le ofreció su sombrilla-Tenga.

-Gracias-secó sus lágrimas y tomó el paraguas.

-Venga, le invito un café-colocó su brazo en su esbelta cintura y caminó con ella hacia una cafetería.

Ya adentro, la mujer estaba un poco más tranquila, disfrutando de su bebida caliente.

-¿Se siente mejor?

-Oye, ¿por qué hacés esto?-cuestionó.

-No lo sé-respondió después de tanto pensarlo-. Me dió mucha pena verla triste.

-Genial, estoy en una cafetería con un estudiante porque siente compasión por mí.

-No se ponga así, tiene que sonreírle a la vida-meditó buscando una forma de hacer que ella sonriera-. Ya sé-golpeó la mesa-¿por qué no la invito a salir?

-Walter, creo que ya habíamos aclarado eso.

-Si es por los del consejo estudiantil podríamos vernos en secreto-suplicó-. Vamos, deme una oportunidad. Si es que no la convenzo con esto le juro que no la vuelvo a molestar.

-Sólo una cita y me dejas en paz-dijo estricta.

-Tiene mi palabra-colocó su mano derecha en el pecho.

En aquella cita, los jóvenes tuvieron su primer encuentro romántico: Scarlett tomó la osadía de besar los labios de Walter, quien pasó su mano por los rizos oscuros de la dama mientras que su otra mano bajaba desde su nuca hasta la región lumbar de su espalda.

-Sabía que cambiaría de opinión-sonrió con ella.

Me pregunto que indujo a mi madre a relacionarse con un menor de edad ¿sería acaso la sensación de peligro? ¿Despecho? ¿Curiosidad? ¿O quizás el poder de convencimiento de este hombre era muy bueno? Sea lo fuere, ese sentimiento la llevó al siguiente nivel. Mi madre estaba embarazada.

-Walt, la prueba salió positiva-dijo llorosa.

-Oh, vaya. Oh, vaya-enredó sus dedos en el cabello-¿Qué vamos a hacer?

-No puedo decir que espero a un bebé tuyo, me van a meterían a la cárcel-lamentó-¡En mala hora me tuve que embarazar!

-No voy a dejar que te pase eso-tomó su mano-, moveré mar y tierra para que estemos juntos. Vos, yo y Rose.

-¿Rose?

-Así pienso llamarla si es niña-explicó-. Si es niño vos le buscarás el nombre.

-Ay, Walt-sonrió-. Yo pensaba en Mary Anne, suena mucho mejor.

Lástima que sus padres pensaran lo contrario...

-Hijo, arma tu maleta. Te vas a España-dijo el hombre.

Mi padre se negó a aceptarlo, pero mi abuelo era obstinado.

-No quiero que termines enredandote con esa mujer.

-Papá, yo voy a tener un hijo-elevó la voz dejando perplejo al señor.

-No, estás equivocado. Apenas y conoces a esa tipa-negó.

-No es así, lo sabes bien.

-Apenas la conoces-reiteró-. Te vas ahora mismo a España.

Walter no tuvo oportunidad de despedirse de Scarlett. Terminó sus estudios tanto secundarios como universitarios, se graduó como administrador de empresas. No tardó mucho cuando dirigía la empresa de su padre.

-O sea que no nos abandonaste-dije casi murmurando.

-Nunca pasó por mi mente semejante atrocidad, mi padre fue quien se encargó de separarme de ella-explicó-. Aún así desde lejos mandaba dinero para que pudiera sustentarlas.

-Pero pudiste haberte escapado-busqué una solución.

-Tus abuelos eran perversos, no querían que el gran nombre de la familia Tejada se manchara, así que me chantajearon...

-Walter, si no te vas ahora mismo a Europa te aseguro que me encargo de meter a la cárcel a tu noviecita-amenazó.

-¡No podés hacer eso!

-Hijo, soy un hombre poderoso, si quisiera tuviera a toda Bolivia a mi disposición.

-Vamos al aeropuerto-dijo con un nudo en su garganta.

Aún tenía dudas sobre qué tan ciertas sean sus palabras, pero finalmente tenía un padre y aunque no me gustara, me sentía bien al saber eso.

-¿Salimos a comer un helado?

Acepté la propuesta, pedí un helado con sabor vainilla y el un granizado. Nos sentamos.

-Con que te gusta la vainilla-observó el postre-, te pareces mucho a tu madre-sonrió nostálgico.

-La extrañas, ¿verdad?

-Mucho.

-¿Por qué no vas y le hablas?-pregunté-Debiste haber ido vos en lugar de pedirle a tus guardaespaldas que me llevaran a tu casa. ¿Por qué hiciste eso?

-Como ahora, tenía miedo.

-¿Miedo? ¿Un hombre de 32 años?-bufé.

-Bien, vamos ahora mismo-se levantó de la silla.

Sonreí.

Luego de media hora llegamos a la casa. Mi padre estaba hecho un manojo de nervios.

-Abuela, ya llegué. ¿Ya llegó mi mamá?-dije entrando a la casa junto con mi padre.

-Está en el comedor-respondió desde lejos.

-Mamá, mirá quien llegó-entré al comedor.

-¿Quién mijita?-desprendió la mirada de su almuerzo y observó a Walter, quedando perpleja.

-Hola, Scarlett.

Se prendió esta madre :O
Si no quieren perderse la reacción de Scarlett estén atentos al próximo cap, los adoro <3

¿Odiarte? ¡Imposible! [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora