Capítulo 15: Discusiones

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—Scarlett, ¿dónde pusiste mi corsé?—preguntó mi abuela desde su cuarto.

—Mamá, no te vas a poner un corsé par ir al cementerio—dijo yendo hacia ella.

Aproveché para salir y mis hermanitos salieron conmigo, diciéndome que si no quería que le contaran a mi madre que la que estaba en mi cuarto era Virginia con una peluca roja entonces debía sobornar los muy bien.

—Es de familia—pensé en voz baja—. Los dejaré jugar mis balones de basquet y fútbol.

—Eso está bien... Por ahora—dijo Julieta.

Algún día encontraría algo con que extorsionar los, yo lo sabía. Por el momento debía conformarme con ir a la casa de Alex para en o traerme con él y Sofía, como había quedado con su prima.

Toqué la reja de la casa.

—Aquí habías estado, peladinga—dijo una voz que yo conocía muy bien.

—¡Rayos!—cubrí mi cara con mis manos. Ahora si me había sentenciado a muerte.

Sé que todo se ve triste por ahora, pero pronto las cosas mejorarán, ya lo verán.

—¿Se puede saber qué pensabas hacer, Rose?—cuestionó la mujer.

Me encogí en hombros, deseando comprimirme y desvanecerme de la faz de la tierra.

—Abuela, por favor, dejame ir—volteé a verla.

—¿A dónde pensabas ir?—preguntó, a lo que Alejandro salía a abrirme el portón—Sabía que era por el chico que sacaba de quisio a tu padre, pero no pensé que ese chico eras vos—miró a Alejandro.

—Señora, le suplico que no reprenda a Star. Todo esto es por mi culpa—intercedió el moreno.

—Yo lo sé, todo lo que le ha pasado a mi nieta es por tu culpa—manifestó—¿y qué hace ella? Corre a tus brazos ni bien se entera que te animaste a salir del caparazón en el que te escondias.

—Así no son las cosas—refuté.

—Vámonos a la casa—me tomó del brazo y me alejó de Alex—. Tu hermana y vos van a ver lo que les espera.

Mi madre y mi abuela no se cansaron en reprendernos, de no ser porque tenían que ir a Magdalena hubieran seguido lo que restaba del día.

—¿Qué se supone que ibas a hacer? ¿Cuál era tu necesidad de ir a la casa de ese chico?—cuestionó mi madre.

Guardé silencio.

—Es que de verdad ya no sé que hacer con vos, Rose Anne—enredó sus dedos en el cabello—¿de cuando acá te has vuelto tan rebelde?—dejó de fulminarme con su mirada para centrar mis ojos en Virginia, quien estaba a mi lado—Y vos, Viri, ¿por qué te prestaste a todo esto?

—Seguramente algo sabe la hermana y con eso la chantajeó—dijo mi abuela. Detestaba que dedujera todo con facilidad, estaba segura de que distrajo a mi madre con su corsé sólo para dejar que yo siguiera mi camino para ella después averiguar a donde iba—. Porque Virginia no hace esos favores así por así.

—¿Qué es lo que pasa?—preguntó mi madre.

Mi hermana y yo no dijimos absolutamente nada.

—¿Qué? ¿Están mudas?—preguntó, más seguimos en silencio—No van a decir nada—cruzó sus brazos—. De acuerdo, ahora no tengo tiempo, pero cuando vuelva de Magdalena les juro que les voy a dar el peor castigo de sus vidas—amenazó, tratando de canalizar su ira.

¿Odiarte? ¡Imposible! [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora