-¿Cómo es la casa?- preguntó la señora Farro volviéndose para mirar a Hayley.
-Es buena.- la chica sonrió mientras caminaba por la calle principal con su suegra.
-Sé que es difícil acostumbrarse.- suspiró. -Quiero decir, si yo tuviera tu edad, no quisiera estar en esta situación.-
-Está bien, señora Farro.-
-Dime Janine.- la señora Farro sonrió suavemente.
-Bien, Janine.- rio en voz baja.
Hayley se colgó su bolso y empezó a caminar lentamente, miró al otro lado de la calle a una joven pareja. Su sonrisa se extendía a través de sus delgados labios y sus ojos estaban llenos de emoción. Su brazo estaba en su cintura, manteniéndola levantada, mientras se deslizaban en un pequeño charco. Sus ojos estaban iluminados, como si fuera la única cosa que importase. Su sonrisa era amplia y radiante, al mismo tiempo que su pie rozaba el pavimento casi haciéndola caer. Él la ayudó a levantarse y se echó a reír cuando se sacudió el polvo de la falda. Ella se ruborizó y le golpeó suavemente el brazo cuando otra risa salía de sus labios. La chica le besó la mejilla con suavidad, antes de alejarse para revelar otra sonrisa.
-¿Quieres entrar, mi amor?- Hayley olvidó a la pareja y se dirigió junto a Janine, que asentía con la cabeza en la tienda que estaba en frente de ellas.
-Seguro.- susurró mientras sacudía la cabeza y entraba en la pequeña tienda. Dejó escapar un profundo suspiro y puso bolsas pequeñas en el suelo mientras buscaba los bastidores. Hayley no tenía ni idea de por qué los dos desconocidos le fascinaban tanto como lo hicieron. Ella siempre odiaba cuando la gente la miraba, pero cuando los vio, en ellos era diferente. Un tirón, venia de su estomago y rozaba las cadenas de su corazón, quizás quería lo que ellos tenían. Tal vez quería a alguien que hiciese que fuera natural, sin algún esfuerzo, donde podría ser ella sin necesidad de usar maquillaje y vestir una camisa raída de edad, sin ser juzgada. Pero lo que quería, mayormente, era alguien para sostenerla y hacerla reír, sonreír y desaparecer del resto del mundo.
Hayley tarareaba en voz baja mientras miraba a través de los bastidores y rio por lo bajo mientras observaba a Janine correr alrededor de la tienda para recoger todos los vestidos de forma aleatoria. Tomó uno negro de coctel sencillo y lo apretó contra su cuerpo y se volvió para mirarse en el espejo que estaba en la parte de atrás de la tienda.
-Bueno, no es tan bonito pero no se ve mal.- susurró Janine haciendo que Hayley se ruborizara y se volteara rápidamente.
-¿De verdad lo crees?- preguntó al mismo tiempo que volvía su cuerpo hacia la izquierda.
-Póntelo.- Janine se rio mientras empujaba a Hayley en el vestidor.
-De acuerdo.- Hayley se rio entre dientes cerrando el telón y colocaba la ropa de la percha, mientras se agachaba para quitarse las converse rayadas.
-Entonces, ¿cómo van tú y Joshua?- preguntó encima de la cortina.
-Bien.- respondió cuando comenzaba a desabrocharse los vaqueros.
-Nunca lo he visto sonreír tanto.- rio Janine. Hayley asintió con la cabeza a pesar de que la señora Farro no podía verla, y tiró de su camisa sobre su cabeza.
-Echaba de menos su sonrisa.- la señora Farro susurró mientras colocaba una pieza perdida de cabello tras la oreja.
Hayley se subió la cremallera del vestido negro y fijó su flequillo. Poco a poco, fue corriendo la cortina y dio un paso hacia el centro de la tienda. Todas las miradas se volvieron hacia ella, de pie, frente al espejo...
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When you let your heart win
FanfictionHayley, con apenas 18 años se ve obligada a casarse con un desconocido por un viejo contrato entre ambas familias. Decidida a ver el mejor punto de las cosas deja su vida de la ciudad para entrar a la de Joshua, un chico de 19 años con todas las gan...