RICHARD

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Lo maté. 

O si no lo hice, lo habré hecho en algunos minutos. Según he visto en películas y novelas, es difícil sobrevivir a una puñalada tan profunda a menos que consigas ayuda. Cosa que yo no haré, si tengo que ir a la cárcel prefiero hacerlo siguiendo mis ideales. La vida da unos giros tan extraños, hace menos de diez minutos solo podía pensar en que le pondría a mi sandwich al llegar a casa, y hace cinco estaba intentando decidir si debía pegarle a Richard en la cabeza con una roca del patio trasero o si debía tomar uno de esos cuchillos filosos que hay en la estantería. Supongo que podrán deducir que decisión tomé.

Creo que estoy en algún tipo de estado de shock. Durante toda mi vida pensé en tantas formas diferentes de matar a Richard, me imaginaba acuchillándolo, disparándole, ahorcándolo, pero nunca, ni siquiera en mis más vívidos sueños, pensé en que haría luego de hacerlo. Así que ahora estoy aquí, sobre un charco de sangre que se extiende sobre el piso de mi cocina, intentando pensar que hacer ahora.

Sin planearlo mi mente se va hacia el momento en el que empezó todo. Aquel verano en el que mi madre comenzó a salir con Richard, unos meses después él se mudó a casa y al año estaban casados. Al inicio todo era relativamente "normal", él era el típico padrastro que de vez en cuando me ayudaba con mis deberes. Cuando yo tenía once años nació Lucy, mi hermanita pequeña. Al comienzo no me entusiasmó mucho la idea, después de todo siempre había sido hija única, pero desde que la sostuve en mis brazos por primera vez mi vida cambio para siempre y esa pequeña niña de ojos color miel se robó mi corazón. 

Cuando Lucy ya tenía un año, comencé a notar ciertos cambios en la actitud de mi madre, sus ojos ya no brillaban como siempre, parecía cada vez más triste, más cansada. Cuando le preguntaba si estaba bien, ella me daba una débil sonrisa y me respondía algo que sus ojos no reflejaban. Mamá y Richard comenzaron a discutir cada vez más, pero no fue hasta que yo cumplí los quince años, cuando confirmé lo que ya llevaba un tiempo sospechando, que Richard golpeaba a mi madre. Un día cuando volví de la escuela la encontré en el baño curándose una herida que tenía en la cadera, la encaré y no fue capaz de negármelo. Me prometió que apenas pudiese nos iríamos a un lugar lejos de ese hombre.

Mientras tanto yo me convertí en una segunda madre para Lucy, la llevaba a la escuela, la ayudaba a hacer sus deberes, la arropaba por las noches y la consolaba cuando tenía pesadillas. Un tarde Richard estaba en la sala de estar cuando de repente tropezó con uno de los juguetes de Lucy. Se enfureció, yo desde mi habitación escuché los gritos, pero cuando bajé las escaleras para proteger a mi pequeña hermana ya era demasiado tarde, Richard la había golpeado con un sartén en la cabeza. El hijo de puta había matado a mi hermana, a mi Lucy, esa adorable niña que todas las mañanas me sonreía antes de irse a su clase con su pelo amarrado balanceándose, esa niña que creía en las hadas, en las sirenas, y que aunque aveces me sacaba de quicio, amaba con toda mi alma. 

Richard escapó, la policia no había podido encontrarlo, y yo no lo había vuelto a ver. Hasta hoy, cuando después de ir al mercado a comprar pan, lo había visto de espaldas con una pistola en mano. Así que sin pensarlo dos veces tome el cuchillo del mostrador y se lo enterré. No sé qué se encontraba haciendo aquí, seguramente se hallaba buscando a mi madre, quizá la quería matar a ella también.

¡Claro, mi madre! Ella sabrá que hacer, había estado tan sumida en mis recuerdos que olvidé que ella me dijo que iba a entrar a la ducha cuando yo salí. Sin pensarlo dos veces comienzo a subir las escaleras.

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