PIEDRAS

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Tengo piedras en el zapato.

Son muy molestas, no paran de hacerme daño en el dedo meñique. Y solo en ese dedo, en el meñique.

Los otros dedos ni se percatan de este hecho, las piedrecitas no los alcanzan. La gente no nota mi sufrimiento, pues lo disimulo con una sonrisa.

Mientras continuo mi camino por el parque la agonía incrementa, cada vez hay más piedras en mi zapato, los otros dedos comienzan a verse afectados.

Llega a tal punto mi dolor que se me escapa una mueca, pero enseguida la oculto.

Sigo caminando a paso cada vez más lento y trabajoso. No lo soporto más, me siento en una banca, me quito el zapato y observo mi pie, está peor de lo que creía. Saco las piedrecitas que me estaban haciendo daño, me vuelvo a poner el zapato y continuo mi camino con alivio.

Al llegar a mi casa me doy cuenta de algo: las piedras son como los problemas.

A veces intentamos soportarlo todo y aparentar que estamos bien cuando muchas veces no lo estamos. No esta mal mostrarse débil, decir "no puedo" o pedir ayuda, de hecho eso es la mayoría de las veces lo más sano para nuestra propia salud y bienestar.

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