EL LLAVERO

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Susy estaba sentada junto al ventanal del salón la primera vez que los vio, se veían jóvenes, quizás demasiado jóvenes como para venir a un lugar como este.

A pesar de que ya había vivido esta situación miles de veces, ya había visto entrar a decenas de personas por la puerta, no podía evitar emocionarse, quizás esta sería la vez. Pero como ya le pasaba desde hace algunos años, su emoción rápidamente se desvanecía al preguntarse por qué  ahora sería diferente, por qué pasaría algo distinto de lo que ya estaba acostumbrada, seguro que sería igual que todas las otras veces.

Una señora que Susy conocía muy bien entró al salón y le dijo:

—Susy, hay unas personas que te quieren conocer. —

Sin muchas ganas ella se paró y se dirigió a la sala de reunión. Tocó la puerta y una voz le indicó que pasara.

Dentro se encontraba la pareja que Susy había visto hace algunos minutos. Ambos le sonrieron y la señora se agachó mientras le decía.

—Hola Susana, ¿qué tal estás?, me llamo Laura y este es mi esposo Hugo. —dijo mientras señalaba a un señor con apariencia amigable.

—Hola, muy bien, gracias. — dijo Susy y la señora le dio una sonrisa.

—Me alegro linda. Y cuéntame, cuantos años tienes. —

—Siete. —

Y así se sumergieron en una conversación de treinta minutos, cuando llegó el momento de despedirse Susy sitió pena, hace mucho que una familia no le caía tan bien, era una lástima saber que obviamente no se la llevarían a ella. El pensamiento le causo tanta tristeza que se le llenaron los ojos de lagrimas.

—¿Qué te pasa cariño? — le preguntó la mujer.

La niña negó con la cabeza y miró el piso.

—Puedes decirnos lo que sea. — le dijo el señor.

—Nada... es solo que me da pena no volver a verlos más. — dijo casi entre susurros

—No te preocupes linda, nosotros volveremos. — dijo la señora Laura.

—Eso dicen todos... — dijo Susy —pero no se preocupen, lo entiendo. —

—¿Qué es lo que entiendes cariño? — preguntó Hugo.

—Obviamente ustedes quieren llevarse a un bebé, todos siempre prefieren a los bebes. O a la gente linda, yo soy muy normal para ser elegida, tengo ojos y pelo cafe, ¿quién me va a querer a mí?—

Laura no pudo evitar que se le cayeran unas lágrimas ante las crudas palabras de la niña.

—Volveremos Susy, te lo prometo, no tienes porque creernos ahora pero te lo demostraremos, ya verás. — dijo Laura.

—Mira Susy, — el señor sacó de su bolsillo un llavero —¿vez este llavero? — se lo paso a Susy y sus pequeñas manitos lo examinaron. —¿me prometes que lo cuidarás hasta que regresemos? —

—Lo prometo. — dijo Susy.

Y lo cuidó. Guardó ese llavero con su vida y un par de días después Laura y Hugo volvieron, Susy intentó devolverles el llavero pero ellos dijeron que se lo regalaban. 

El proceso fue largo, tuvieron sus altos y bajos pero después de un tiempo por fin lograron llevarse a Susy con ellos y formaron una hermosa familia. Hasta el día de hoy la niña guarda en su cajón el llavero, no deja que nadie lo toque, es su posesión más preciada.

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