Capítulo 6.

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Al final de las escaleras, ya estaba mareado. Fue una pésima idea tomarme dos shots antes de ver que demonios quería Cigarette de mi.

Me apresuré a buscarlo, abrí puertas de habitaciones, puertas de baños, puertas y más puertas, y no lo encontraba. Hasta que noté la ventana del final del pasillo completamente abierta.

Sacando mi cabeza por la ventana, le busqué, y el me llamó desde arriba, asustándome.

—Aquí arriba, Luke!— exclamó, con su voz grave, aunque sonaba un poco afectada por el alcohol. Estaba mareado, como yo. Y estaba sentado en el techo de su casa. Que demonios.

Saqué mis piernas y coloqué mis pies en la primer superficie en la que pude, luego con mis brazos me sostuve a la ventana y el mismo me ayudó a subir al techo.

—Te ves ridículo trepando una casa— me dijo él, riendo (mostrando sus preciosos dientes).

Reí con el y nos sentamos al borde del techo, viendo hacia el lado de la casa donde no habían adolescentes alcoholizados. Busqué la mano de Cigarette sin verle a los ojos, la tomé y le robé el cigarrillo de entre los dedos.

—¡Hey!— gritó el, y luego rió. Comencé a fumar y el sabor a humo solo me recordaba de Cigarette.

—Tu me robaste Strawberry lightning,- le dije, sonriendo, el me devolvió la sonrisa viéndome a los ojos.

Luego sus ojos bajaron a mis labios, y yo podía sentir su beso desde entonces.

Poco a poco se acercó, tomó mi cara en su mano, y me acercó a el. Sus labios tocaron los míos, y pronto me perdí en su interior. Nos besamos, con más pasión de la que nunca había sentido. Nos besamos y juré que estaba en el cielo.

Hasta que el se separó, y se acostó en el techo de su casa, dejando colgar sus pies en el aire, por el borde. Lo imité.

—Wow— dije.

—Shh— me dijo el. Busqué su mano sin mirarle, y le devolví el cigarrillo a sus dedos. Pero esta vez, sus dedos no quisieron separarse de los míos.

Lo miré de nuevo y el a mi. Su mano se separó de la mía y viéndome a los ojos, caló de su cigarrillo, y suspiró el humo en mi cara.

Me encantó. No esperé más y lo besé yo a él.

Hasta que nuestras manos formaron parte del beso, y tocamos sitios que los desconocidos no tocan.

Hasta que nos descubrieron.

Mr. CigaretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora