Apenas me di cuenta de lo que había pasado, me apresuré a contactar a Cigarette, pero no había rastro. No le llegaban los mensajes y mucho menos contestaba las llamadas.
Pero algo me decía que no estaba bien, y ocupaba ayudarlo, ahora más que nunca.
Comencé a caminar hacia mi locker y al llegar puse mi bolso dentro, le puse un mensaje a Julia de que no me esperara en lo que quedaba del día porque iba a salir.
Así que eso hice, tomé un uber hasta la casa de Cigarette, y estando allí toqué la puerta un par de veces. No sabía que decir si el papá respondía, tal vez que debía hablar urgentemente con Cig, pero seguramente me cerraría la puerta en la cara.
Después de varios minutos de esperar, me di cuenta que no había nadie en casa, donde estás Cig, donde estás.
Saqué mi teléfono y empecé a hacer lo que mejor se me daba: stalkear a mi crush.
Luego de un par de segundos encontré una foto en Facebook de Cigarette con su papá, y abrí el perfil de su papá solo para darme cuenta que Bingo! su papá es dueño de un taller de autos muy popular en la zona.
Y aunque es bastante arriesgado aparecerme por ahí, lo iba a hacer.
Cigarette ocupa ayuda, y tal vez estuviera allí.
Me bajé del uber al frente del taller de autos, para mi suerte había bastante gente, así que era bastante fácil pasar desapercibido.
Me concentré en encontrar a Cigarette, pero no veía a nadie de su edad entre las personas que se encontraban en el taller.
O al menos no hasta que lo vi salir de debajo de un auto, con un jeans un poco viejo y con una camiseta de tirantes sucia que se pegaba a su increíble cuerpo, fue como un fetiche hecho realidad.
—¿Que diablos haces aquí?— me preguntó asustado, se apresuró a llegar a mi lado y siguió caminando tirando de mi camisa para que caminara con el. Me llevó hasta afuera y me apuntó con una herramienta que tenía en su mano —¿Sabes en los problemas en los que estoy?
—Tu ojo morado me lo dice con claridad— le respondo, y es cierto, su ojo está morado.
—Fue mi culpa.
—No, una fiesta no es razón para que tu papá te pegue— le respondí sinceramente, poniendo una mano en su cara, el lado donde no tenía el ojo morado. Estaba caliente, inmediatamente hicimos contacto visual, Dios, que perfecto.
—Pues por ahora no puedo hacer nada más que cumplir mi castigo y trabajar en el taller un par de días— me responde.
—¿Y el colegio?— le digo, molesto.
—Ya volveré, no te preocupes— me responde sonriendo. Aún con su ojo morado disfruto de su sonrisa de Dios griego.
—Pues debo admitir que no me vendría mal verte un par de días más usando este uniforme tan... masculino— le digo, riendo. Y el ríe conmigo, acercándose a mi.
No hay nadie a nuestro al rededor, todas las personas están adentro.
—Por más que me gustaría, no puedo permitir que sigas viniendo— dice, poniendo su mano derecha en mi cuello.
—¿Por qué no?— le susurro, ya que cada vez estamos más y más cerca. Puedo sentir su respiración chocar con la mía, su calor cada vez más fuerte con el mío, el olor a perfume mezclado con sudor y aceite de autos.
—Me distraes, y eres un riesgo, ¿que acaso quieres que nunca abandone este taller?— me pregunta, en un susurro grave. Sus labios a centímetros de los míos.
Pero se aparta justo cuando estaba a punto de besarlo.
—Debo volver— me dice, sin sonreír , y se va.
¿Que demonios?

ESTÁS LEYENDO
Mr. Cigarette
RomanceAlto, musculoso, blanco, de cabello largo, ojos grises y tristes, un tanto despreocupado, vestía de negro, con chaqueta de cuero, andaba en motocicleta y siempre colgaba un cigarrillo de su boca. Todos querían ser cómo el, todos querían relacionars...