Sus manos estaban juntas, sus dedos entrelazados y sus sonrisas muy amplias. El miedo poco a poco se desapareció, y ahora compartían una hermosa tarde juntos, disfrutando de pequeños besos y muestras de amor puro y bonito.
El clima estaba a su favor, un poco nublado, pero sin embargo no llovería hoy. La brisa despeinaba un poco el cabello de ambos, cosa que les hacía reír.
Eran sólo ellos dos y el amor que sentían el uno por el otro.
— ¿Qué le gusta de mi, oppa?
— Todo, absolutamente todo, Channie.
— ¡Pero sea más específico! — Se quejó abultado sus labios.
— Está bien... ¿cómo empezar?, me gusta que me trates tan lindo, eres la persona más tierna que he podido conocer. Puedes ser tan celoso y meloso a la vez, que eso especialmente me derrite. A penas te veo, mis ganas de abrazarte son máximas, que me da miedo de abrazarte tanto y dejarte sin oxígeno. Lee Chan, no sé cuándo, ni cómo, pero me enamoré de ti. Tengo miedo de hacerte daño, pero haré lo que sea necesario para hacerte el niño más feliz de Corea. — Aquella confesión tocó el corazoncito del bajito, sonrojándose y mordiendo su labio.
— A-ah, hyung... me encanta. — Desvió su mirada, apenado por lo que acababa de decir. El mayor tomó su mentón, para volver a conectar sus miradas y le robó un beso sin aviso. Empezaron a mover sus labios con lentitud, probando los de cada quien sin prisa, como si el tiempo fuera eterno. No les importaba más nada a su alrededor, se sentía tan bien estar de esa manera.
No lo cambiarían por nada.
...