"Cuando no estés seguro de lo que siente alguien, mira sus ojos y sabrás hasta su sentimiento más profundo"
-Sigue corriendo–ordenó mi padre-
Mis piernas se movían inconscientemente y me impulsaban hacia adelante a una gran velocidad, incluso iba más rápido que mi padre a pesar de que él era un hombre atlético, pero yo tenía ventaja pues mis piernas eran largas comparadas con una chica promedio.
El suelo temblaba con furia y algunas explosiones se escuchaban a lo lejos, el abrumador sol me hacía estar a punto de derretirme y ocasionaba que sudara en exceso. No tenía muy en claro lo que estaba pasando, pero mi padre no me dio demasiada información, por lo que deduje nos estaban atacando ¿Quiénes? No lo sé ¿Por qué? Tampoco lo sé. Hace tiempo que todos los países habían acordado estar en paz pues nuestro planeta se estaba acabando y las guerras solo lo empeoraban. Algo extremadamente grave pasaba y lo pude ver en el rostro de mi padre el cual corría a mi lado muy seguro de a dónde dirigirse, no obstante, no quiso hablarme en todo nuestro recorrido y decirme a dónde íbamos.
El olor a humo me llenaba las fosas nasales hasta llegar a mis pulmones y hacía que me sintiera mareada y con el calor parecía que iba a caer inconsciente en cualquier instante, pero por alguna extraña razón soporte el sufrimiento y en menos de lo que pensé llegamos a nuestra casa, mi padre abrió la puerta y se dirigió a la cocina y empezó a empujar el refrigerador.
- ¿Qué estás haciendo? –pregunté desesperada-
-Ayúdame –ordenó-
No tuve otra opción y me coloqué junto a él para ayudarlo a empujar el gigantesco refrigerador, en cuanto lo empujé este se movió al instante y fue dejando una raya de suciedad por el piso. Cuando dejamos de empujar me giré hacia la pared en la que estaba la maquina anteriormente y vi que había una puerta de metal, como si se tratase de una caja fuerte. En el suelo se notaba un cuadro perfectamente blanco a comparación con lo demás del suelo y en ese momento recordé que jamás habíamos movido ese refrigerador desde que tenía memoria, pero yo había pensado que era porque era grande y pesado. Ahora sabía que había una mejor razón.
- ¿Qué es eso?
Mi padre no contestó y puso su mano encima de la puerta y después una contraseña en una pantalla, la puerta cedió al instante y me hizo una seña con su mano para que lo siguiera. Entré demasiado dudosa, ya no hice pregunta alguna ya que sabía que no obtendría respuesta, aunque también se debía a que estaba demasiado asustada como para hablar. Él volvió a cerrar la puerta y proseguimos a bajar muchas escaleras en espiral y a pesar de que yo no estaba tan cansada, mi padre estaba respirando con demasiada dificultad y su camiseta estaba empapada de sudor.
El lugar se tornaba cada vez más caluroso y eso hacía que mi padre sudara aún más y debo admitir que yo también empecé a sudar igual que él. Al terminar de bajar el último peldaño, caminamos por un largo pasillo, tan largo que en un momento pensé que no tenía fin, pero finalmente llegamos a una gran habitación, era tan inmensa que parecía un estacionamiento. En el centro había una nave de color azul marino, no era tan alta, pero si estaba ancha, estaba como el doble de alto que yo. Vi como mi padre se acercaba a un aparato en la pared y presionaba algunos botones, la puerta de la nave se abrió dejando ver un interior vacío pero extenso.
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Lágrimas Congeladas
FantasyMegan siempre había deseado tener una vida más interesante, sin embargo, jamás se imaginó que despertaría en un planeta desconocido, en el que los animales hablan, los ojos de los habitantes se limitan a tan solo dos hermosos colores, y la mayor pri...