12

4.4K 300 352
                                    


Dos semanas.

-¡Raoul! - gritó Álvaro desde la piso inferior. - ¡Alguien ha venido a verte!

El chico, todavía somnoliento, abrió los ojos lentamente para acostumbrarse a la luz mañanera que entraba desde la ventana de su habitación. Estaba tumbado en su colchón, desnudo y enredado entre los pesados brazos y piernas de Agoney, que respiraba relajado y dormido sobre su hombro.

Lo miró cuidadosamente, repasando las facciones que tantas noches había pasado observado y dibujando: sus grandes cejas, sus pestañas, su nariz y sus labios, sus pómulos y su barba, quiso recrearse en cada rasgo para memorizarlo, quiso gravar a fuego en su mente la cara de la persona que dormía relajada en su hombro, para recordarla cada día de su vida.

No tardó en repasar esos rasgos con los labios, regalándole besitos por diferentes partes del rostro, y consiguió que la cara de Agoney pasara por diferentes expresiones mientras despertaba lentamente: primero, frunció un poco el ceño, después de que Raoul le besara varias veces la nariz, y tras la pequeña risita que se le escapó al rubio, la expresión de Agoney cambió totalmente a una enorme sonrisa, que aun sin abrir los ojos pronunció con voz ronca y susurrada un "buenos días".

Después de eso, los labios de Raoul no tardaron en posarse sobre los suyos, de forma fuerte y rápida, exagerando el ruido del beso y así dar por empezada la mañana.

-¡Raoul! ¡Quieres bajar! - los gritos de Álvaro volvieron a hacerse presentes y los dos chicos se separaron, levantándose perezosamente del colchón (ya que ni esos gritos consiguieron que se apresuraran para moverse) y vistiéndose con la ropa que tenían cerca y esparcida por toda la habitación. - ¡Raoul!

El último grito fue más seco, y Raoul sabia que ese tono significaba que se había hartado de gritar y esperar, así que con un breve "baja cuando estés listo" y un besito, se despidió de Agoney que todavía estaba luchando para pasar una pierna por el hueco de sus pantalones.

El catalán bajó las escaleras a toda prisa, casi tropezando, para encontrarse en el salón la imagen de su hermano pasándose la mano por el pelo nerviosamente mientras hablaba, sonriendo con una chica rubia.

-¡Mireya! - exclamó Raoul cuando reconoció a su amiga. Sus ojos se abrieron por la sorpresa, aunque no tardaron en encogerse nuevamente cuando en su cara apareció una de sus grandes sonrisas. - ¿Cómo estas, por dios? - Dijo mientras la abrazaba - ¡Que guapa! Ayy, que ilusión verte ¿Cómo van los conciertos? ¿Y Juan Antonio? - Hablaba apresuradamente, todavía abrazándola y empezando a dar pequeños saltitos junto a ella, causados por la emoción del reencuentro.

-Raoulillo, como te echado de menos, jope - dijo Mireya saltando con él. - En la comida nos ponemos al día, que te tengo que contar muchas cosas.

-Buah, ¿Te quedas a comer? - preguntó Raoul mirándola al romper el abrazo.

Álvaro los observaba desde el sofá con una sonrisa enorme sonrisa en la cara. Venía de correr al estar ejercitándose para estar en forma por el equipo y se notaba la reciente intensa sesión de ejercicios por lo mojada de sudor que estaba su camiseta y su frente. Se había encontrado a la rubia mirando la casa, pareciendo un poco perdida y al preguntarle si buscaba a alguien, - cuya contestación fue Raoul, obviamente, la dejó pasar- , y llevaban ya media hora esperando que su hermanito se despertara de una vez por todas, mientras le llamaba a grito pelado.

Agoney bajó lentamente la escalera, aun frotándose los ojos con las manos para ahuyentar el sueño. Llevaba ya una semana y media durmiendo en esa casa, por eso, la confianza de moverse por ella con total naturalidad era más que presente, hecho que hacia muy feliz a Raoul.

Verano 1995Donde viven las historias. Descúbrelo ahora