15

3K 287 497
                                    




           

El verano acabó y empezaron las clases.

La universidad era algo nuevo para Raoul.

"Van a ser los mejores años de tu vida" le repetía su padre todos los días.

Lo único que quería era ver a su hijo ilusionado por esta nueva etapa de su vida. Pero Raoul no ponía de su parte.

Se pasaba tardes y noches enteras frente al teléfono, esperando la llamada de la única persona que le hacía sonreír en ese momento.

Siempre esperaba él la llamada porque las pocas veces que se había animado a dar el paso, Agoney nunca podía hablar. Así que se limitaba a esperar.

Le daba rabia pensar que el canario había podido seguir con su vida sin problema, no como él que a veces se olvidaba incluso de comer. Pero le daba más rabia pensar que sentía rabia porque la persona que quería estuviese bien.

Pero supongo que ha veces esperamos que las personas que queremos sientan lo mismo, y nos olvidamos que cada uno lleva los problemas de formas distintas.

Realmente le tranquilizaba que Agoney estuviese bien, pero le jodía ser él el que no podía dejar de pensar ni un segundo cuando no estaba en casa, si la llamada habría llegado o no.

Seguían juntos y en contacto después de un mes de separarse. Y Raoul lo seguía queriendo como nadie, tanto que se olvidaba de todo lo demás que le hacia vivir. Sus cuadernos estaban cada vez más en blanco, sus amigos cada vez más lejos y su familia cada vez más preocupada.

Vivía por y para Agoney.

Pero ya no era lo mismo.

Probablemente fueran las personas indicadas, que se encontraron en el momento y en el lugar correcto, pero que cuando las dos últimas que corrompían, no había forma de sostener lo que una vez fueron.

Sabían que se querían pero no querían quererse así. Separados, inseguros y miedosos. Porque así no se podían querer bien, y ellos solo habían conocido esa forma de quererse.

Raoul se estaba distanciando de Aitana y le importaba una mierda. 

Se empezó a distanciar cuando el primer día de clases, sentados en el bar de la facultad, le contó que se había liando con Nerea varias veces durante el verano y que encima le había prometido que dejaría a Vicente para estar con ella cuando volviesen, para después refugiarse en los brazos de un hombre al que ni quería solo por miedo al rechazo social, y dejó destrozada a una chiquilla que no se lo merecía.

No se lo merecían ni Nerea ni Vicente.

Por eso su amistad, esa de toda la vida, "los inseparables" como tantas personas los habían llamado durante años, se estaba deteriorando. Y Raoul sabia que no estaba siendo completamente justo con ella, que la homofobia de la sociedad esta demasiado presente y da miedo, pero Nerea era la persona más buena y valiente que había conocido en su vida, la chica que menos se merecía ser herida.

La que meses después se volvería un pilar fundamental para él, y crearían una amistad que sí duraría una vida.

Pero Nerea se moría por los huesos de Aitana y, la chica del flequillo seguía jugando con ella.

Porque después del verano se siguieron liando. Porque Aitana llenó el corazón de promesas vacías y sin sentido, le dijo que era la mujer de su vida y que la querría para siempre, le aseguró que vivirían juntas en un pisito en el centro y que se comerían cualquier rechazo de aquellas personas que no las aceptaran.

Verano 1995Donde viven las historias. Descúbrelo ahora