Capítulo 4

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El sol ya era totalmente visible, el pasto se regocijaba con el calor que éste brindaba mientras que en las sobras —que un enorme edificio brindaba— se podía apreciar un fornido cuerpo moverse con velocidad.

Aquella era la cuarta vuelta matutina a las instalaciones de los vengadores de Steve. No eran aún las nueve de la mañana, o eso suponía el Alfa rubio, pero ya el sol estaba en un buen punto.

Todo parecía indicar que sería un día más sin misiones, sin nada más que hacer que esperar la llamada del deber. No le molestaba esperar, pero el no ser necesitado le hacía sentirse solo y el sentimiento jamás era agradable.

Steve detuvo su paso al escuchar un grito femenino, su posición rápidamente entró en una rígida y su mirada no tardo en enfocar a la persona que gritó de aquella forma.

Su ceño se frunció al ver a un hombre tomar de la cintura a una rubia mujer, y no dudo en dar dos tentadores pasos hacia el abusivo Beta que se encontraba sosteniendo a una evidente Beta entre sus brazos, pero se detuvo en seco al ver a un Beta más acercarse a la escena que ocurría en el enorme y despejado terreno de las instalaciones.

—Les recuerdo que estamos en horas de trabajo —dijo el Beta, llamando la atención de tanto el hombre como mujer.

Steve observó a la Beta reír mientras el Beta recargaba su cabeza en el delicado hombro de la dama.

—Ya, ya vamos... —rio el Beta, al alejarse un poco de la dama para tomar su mano y comenzar a caminar en dirección al Beta de rango más alto; laboralmente.

Steve vio a la evidente pareja caminar con el otro colega del trabajo en dirección a las cabinas donde los vehículos, voladores, se encontraban. Seguramente eran del equipo de mantenimiento mecánico.

Bajando la mirada el rubio Alfa recordó cosas que sólo quería olvidar, pero a la vez temía dejar atrás.

—Steve, se nos requiere en el salón de juntas —una voz femenina le hizo salir de su lago de memorias y sin voltear a ver a Wanda el Alfa solo asintió.

Dedicándole una última mirada a la feliz pareja Steve comenzó a caminar hacia la entrada de las instalaciones, viendo a Wanda ya más delante de él.

Steve no tardo mucho en pescar un aroma conocido mezclado con los usuales en el pasillo, y mientras más se acercaba a la sala de juntas aquella particular esencia incrementaba.

Era normal para cualquier Alfa, Beta u Omega identificar personas por el aroma. Que si bien el Alfa, para otro de su misma categoría el hedor no era para nada agradable como lo sería con un Omega u Beta, no quitaba que a la larga podía ser tolerable y una forma de identificar a un conocido perteneciente de la manada u equipo —o bien de cualquier otro equipo, si se daba el caso de llegar a entablar alguna especie de conexión—. Aún así los Alfas entre ellos mismos no eran obviamente los únicos a los cuales el aroma de otro de su categoría les era algo molesto si era en exceso, o estando muy cercas del otro, a los Betas y Omegas les sucedía igual: la única diferencia era que obviamente aquellos dos no desprendían tanta testosterona como para llegar a ser tan molesto como en el caso de un Alfa.

Steve no era la excepción de las reacciones naturales de un Alfa, pero por su bien estricta educación no demostraba del todo cuando el hedor de algún otro Alfa le era molesto. Más que nada por respeto, aún siendo él el líder de la manada. Al tener el suero se volvió aún más perceptible al olor ajeno de los seres que le rodeaban, debido a que sus sentidos fueron llevados a otro nivel. Mientras que un Alfa normal podría percibir el hedor de algún conocido a tal vez tres metros de distancia, él podía hacerlo desde mucho más lejos mientras el aroma fuera fresco.

Galantear | Stony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora