Capítulo 5

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Steve se encontraba caminando por los oscuros pasillos de las instalaciones, hasta que la oscuridad se vio obstruida por una grisácea luz.

Al ver la luna llena a través del ventanal, Steve, recordó una vieja historia que su madre solía contarle —de vez en cuando—; en luna llena.

«Entonces el niño miró a su alrededor».

El rubio Alfa no pudo evitar voltear a ver a su derecha al escuchar un crujido que pareció resonar en todo el obscuro pasillo.

«Parecía que no había nada, cuando sintió como si le respiraran sobre la nuca».

Con rapidez el Alfa volteo a su izquierda al escuchar un resoplido que alertó todos sus sentidos y observó con detenimiento la oscuridad del pasillo.

«El pequeño Alfa cayó al piso al ver lo que se encontraba detrás de él».

Steve observó con atención una enorme figura que se dejaba ver en la oscuridad, gracias a la luz de la luna.

«Sus ojos eran rojos por toda la sangre de sus víctimas».

El Alfa palideció al ver unos enormes ojos carmesí ser deslumbrados por la grisácea resolana.

«El pequeño rubio sabía que había cometido un error al entrar al bosque solo»

Steve se mantuvo firme aún cuando vio dos enormes patas dejarse ver —junto con unos bien afilados colmillos.

«El lobo tendría su cena esa noche, y el pequeño Alfa jamás volvería a ver la luz de la luna».

El lobo se relamió los labios al salir por completo a la luz dejando ver su oscuro pelaje.

El enorme lobo, que fácilmente estaría de la altura de Steve en dos patas, comenzó a caminar tentadoramente yacía el rubio Alfa; que sin mostrar temor en su rostro se mantuvo firme.

Steve espero por el ataque, pero este jamás llegó. El enorme lobo lo pasó de largo dejándolo nuevamente solo bajo la luz de la luna.

Al regresar su mirada a la luna observó como lentamente aquel satélite natural era teñido por un tenue rojo carmesí.

Un aullido retumbó en sus tímpanos mientras su vista se volvía roja como la luna.

Steve abrió los ojos al escuchar su despertador sonar. Suspiro con pesadez al llevarse ambas manos a la cara. Con algo de pereza, pero sin querer quedarse en cama un segundo más, el súper solado colocó ambos pies en el piso al sentarse en la orilla de la cama —para posteriormente ponerse de pie.

Con rapidez el Alfa se dirigió a tomar una ducha para comenzar su día fresco, aún cuando iría a correr enseguida tomará dicha ducha.

El día de Steve transcurrió con su normalidad, nada muy alarmante, pero nada muy tranquilo. Papeles que llenar, y algunas posibles misiones que verificar —para ver si los vengadores tenían que hacer una aparición o no.

Todo parecía decir que sería un día más sin información de Fury, sin acción de «héroes». Y así fue, pero eso no quito lo intrigante que esa tarde se iba a volver.

Steve observó con atención a la persona que les acompañaba a merendar. El olor le había llegado desde antes de entrar a la cocina, pero pensó qué tal vez se debía a algún obsequio que aquella persona le habría mandado a Natasha.

Steve no esperaba ver a Clint sentando en el comedor con los demás vengadores, incluyendo a Tony que era su segundo día en las instalaciones desde que volvió a irse —para regresar nuevamente—. Pero allí estaba aquel hombre, sentando charlando animadamente con sus colegas.

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