Capítulo 1

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Hay días en los que sientes que el mundo es como un reloj, cada engrane parece trabajar a la perfección para la fluidez del mismo. Cada segundo bien colocado para hacer el minuto que formará las horas de un buen día. Y otros días, simplemente parece que el reloj corre sin batería, estancándose en una hora, en un momento. En un segundo exacto.

Steve llevaba tiempo sin pasar un buen rato, que no fuera con Natasha —ignorado sus citas, aunque cabía decir que aún así llegaban a ser divertidas si dejaba el lado romántico de estas—, o Sam y las reuniones de los veteranos. Pero fuera de todo eso nada, por eso el pasar tiempo con Tony había sido sorprendentemente entretenido.

Bien cabía destacar que no había sido «perfecto» pues Steve descubrió, a duras penas, que su gusto en el arte difería del de Tony, pero bueno; no todo podía ser perfecto. Al menos podía decir que habían coincidido en dos pinturas de las cinco que el millonario decidió llevarse a casa.

Ya habían pasado cuatro días de aquel incidente y Tony no había vuelto a aparecerse en el complejo de los vengadores, para sorpresa de absolutamente nadie pues era bien sabido que el genio iba y venía cuando le placía.

Steve lo tenía catalogado como el alfa engreído, no en son de insulto por más extraño que pareciese; sino porque así mismo, Steve, había catalogado al mismo Bucky en su entonces. Más en son de burla y tal vez en aquel entonces —con Bucky— un ligero grado de envidia, más que nada porque cada Omega en la faz de Brooklyn parecía caer ante los encantos del Alfa mientras que él no era nada para aquellos bellos e inalcanzables seres.

Era difícil recordar a Bucky, pero era inevitable no hacerlo y aveces acciones de sus colegas le recordaban a él de alguna forma. Lo peor de todo era saber que Bucky estaba por allí, en algún lado, vivo y sin recordarlo —o aparentemente hacerlo.

Soltando un largo suspiro Steve se paro de la cama, eran las seis de la mañana y estar viendo el techo por media hora pensando en cosas sin sentido no le venía mucho.

Tomó una corta ducha y se colocó su ropa de deportes —la cual no era más que unos pantalones negros y sudadera del mismo color, obviamente unos boxers Under Armour negros para combinar con su colorido atuendo— y salió de la habitación no sin antes colocarse sus tenis deportivos blancos para variar un poco.

Era un día tranquilo, al menos a esas horas de la mañana, así que sin problemas el gran Capitán America podía correr tantas veces quisiera alrededor de las instalaciones. Al menos hasta que dieran las 9 AM que era cuando las instalaciones parecían cobrar totalmente vida.

Después de unas cuantas vueltas, fue que Steve con algo de sudor comenzado a incomodarle se adentró nuevamente a las instalaciones. Todos los trabajadores de los vengadores que se encargaban de mantener el lugar enterado de cualquier amenaza le saludaban al entrar con amabilidad, pero las pequeñas muestras de disgusto de algunos betas y alfas no faltaban. No por su persona, sino por el aroma que desprendía —el cual seguramente era abrumador.

Con la meta de tomar una ducha Steve casi corrió hacia su habitación, aún saludado a toda persona que se encontrara en el camino.

Después de una un poco extensa ducha el soldado se colocó una ropa más profesional —si es que unos jeans negros junto con una playera de Under Armour azul rey, que dejaba absolutamente nada a la imaginación, contaba como profesional. Al menos los zapatos marrón oscuro eran de vestir, aquello tenía que contar de algo.

El soldado se encaminó a la cocina de las instalaciones justo a las 9:26 AM y para su sorpresa no había absolutamente nadie en el lugar.

Galantear | Stony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora