Capítulo 6

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Steve se puso de pie por tercera vez esa noche, con fastidio fue al baño y recargo ambas manos en el lavabo. Su respiración era agitada y sentía como en su boca comenzaba a acumularse salvia. Abrió la boca buscando sentirse liberado de aquel malestar, pero de esta no salió absolutamente nada —de nuevo.

Llevo su mirada hasta el espejo frente a él y vio sus cuencas. Sus ojos se encontraban rozados, lo único de un color diferente eran sus irises azules, parecía como si cada vena en su ojo simplemente hubiera reventado —claro, si la sangre de las mismas fuera rosa y no roja—; tal vez Steve estaba siendo un poco dramático, pero lo que sí era un hecho es que sus ojos estaban irritados.

Aún así, con los ojos irritados estos no le molestaban simplemente estaban rojizos y eso era todo.

Con fastidio el Alfa abrió el grifo y de hecho agua a la boca para quitarse el exceso de salvia. Sabiendo que no vomitaría por más tiempo que se quedara allí parado decidió volver a la cama —dejando la puerta del baño abierta con la luz encendida solo por si acaso.

Steve podría haber intentando inducirse al vomito, pero no le gustaba aquello. Por Dios, ni siquiera le gustaba vomitar —¿aunque a quien le gusta siendo sinceros?—: por lo mismo prefería ahorrarse el intento. Si iba a vomitar era porque su cuerpo así lo quería, no porque él lo provocara.

Todo sería mejor en la mañana, o al menos con esa mentalidad el soldado logró reposar por unas horas hasta que escucho a los pájaros cantar, no reales cabía destacar.

—¿Estás bien? —preguntó Sam al sentarse justo frente al Alfa líder.

Steve tardo unos segundos en comprender la pregunta y con un simple asentimiento respondió a esta.

—Jamás creí que Tony tendría razón, pero eres horrible mintiendo —dijo en un suspiro el hombre ave.

—Estoy bien, Sam —dijo serio el súper soldado regresando su vista a los papeles que tenía en la mesa del comedor.

Steve llevaba no más de veinte minutos tratando de leer el informe que le había llegado sobre una supuesta misión, qué tal vez, requería de la accion de los vengadores, pero no había podido pasar del primer párrafo desde entonces.

—No te ves bien desde que nos acompañaste a desayunar —señaló Wilson.

En un suspiro derrotado el Alfa líder llevó sus manos a su rostro y declaró fuerte y claro lo que ya era obvio.

—Tienes razón, no estoy bien y quizás no soy bueno mintiendo —admitió—, ¿pero Tony que sabe de eso? —increpó al final con fastidio al tallar su rostro.

—¿Algo en particular que haya causado tu malestar? —preguntó Sam viendo con curiosidad al Alfa rubio.

—Quizás algo que comí, o no lo sé —bufo—. Tal vez es porque no hemos tenido una misión en meses, o que no puedo leer más de un párrafo...

El Alfa rubio no pudo evitar pararse abruptamente y soltar un gruñido de completo fastidio. Estaba estresado, o al menos eso creía el mismo rubio.

—¿Sabes qué creo que necesitas? —preguntó retóricamente el Alfa morocho—. Una buena lucha.

Steve alzó una ceja en interés ante la proposición del otro Alfa y como si algo hiciera clic en su cerebro simplemente asintió.

Necesitaba quitarse aquel estrés de sus hombros y una buena lucha haría aquello.

Dejando los papeles en la mesa y olvidándose por completo de todo Steve se dirigió con Sam al gimnasio de las instalaciones.

Pronto ambos se encontraban en sus respectivos trajes deportivos arriba del ring.

Galantear | Stony Donde viven las historias. Descúbrelo ahora