Capítulo VIII: Declaración

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Hola a todos!!!

Bueno, antes que nada, les agradezco mucho sus votos y comentarios. Se quedaron pocos lectores, pero me alegra que ustedes le den una oportunidad a esta historia.

Ustedes tienen muchas teorías... pero no he respondido los comentarios porque tengo miedo de dar spoiler sin querer.

Les dejo el capítulo, que abarca dos canciones, porque salía bastante corto. La primera es Todo lo que pido de ti y Mi música te di. Ambas del musical del Fantasma de la Ópera, les dejo los links. 

Hay un pequeño anuncio al final del capítulo, no se preocupen, les va a gustar.

Si les gusta el capítulo, por favor voten y comenten =).

Ya saben, Yuri On Ice y el Fantasma de la Ópera NO me pertenecen.

Capítulo VIII: Declaración

Yuuri estaba en su cuarto guardando el traje que el ángel recién le había dado para su programa libre cuando la puerta fue tocada.

Al japonés le extrañó, generalmente nadie lo buscaba. Se acercó a la puerta y la abrió, viendo que era Viktor, quien al verlo, sin pedir permiso, entró y lo abrazó con fuerza, sonrojando al pelinegro.

-Yuuri, estás bien. –Se separó para verlo mejor. –No supe de ti, pero pensé que te habían secuestrado o algo.

-N-no, estoy bien. Celestino sabe que a veces me voy unos pocos días, pero regreso. –Viktor notó el collar de estrella en el pelinegro, ese modelo nunca lo había visto; y el sabía bastante de joyas; tomó el dije entre sus manos.

-¿Qué es esto? No lo tenías. Se ve muy fino y caro. –Aparte Viktor sabía que Yuuri no podía costearse algo así. El menor titubeó.

-Fue... un regalo.

-¿De quién? –El albino se sentía como amenazado, ¿Quién le dio esa joya tan cara a Yuuri? Un momento, el japonés se había desaparecido tres días, nadie más que él hace un escándalo al respecto, regresa como si nada y con una joya muy cara en su cuello. -¿Estás saliendo con alguien? –Preguntó con un tono algo molesto. El otro se sonrojó más.

-Y-yo... no realmente... mi ángel de hielo me lo obsequió. –Esa respuesta no se la esperaba Viktor.

-¡¿Sabes quién es el ángel de hielo?! –Lo tomó de los hombros y lo sacudió ligeramente.

-Más o menos... -Hizo una pausa algo larga. –Es difícil de explicar. Pero no es malo, al contrario, me enseñó a mejorar mi técnica de patinaje, me cuida y me hace sentir menos inseguridad. –Dijo con una pequeña sonrisa, pero Viktor parecía muy serio.

-¿Cómo lo conociste? ¡No sabes sus intenciones!

-¡Nunca me ha lastimado! Y lo conocí hace un tiempo... él no es malo, sólo que a veces está muy solo. Él quiere que yo triunfe como patinador, quiere hacerme un ganador.

-¡Yo puedo ayudarte con eso! ¿Recuerdas que soy pentacampeón? ¡Aléjate de él, por favor! –Yuuri frunció el ceño. Sí, Viktor era pentacampeón, pero él quería expresarse en el hielo, ser recordado por más que tener muchas medallas. Quería hacer arte, recordó al ángel, él nunca había estado en una competencia, pero cuando lo vio danzar ágape, sentía que algo se había grabado en su alma, era una sensación que le erizaba la piel y nunca olvidaría. Eso quería en sus rutinas, sólo quería ganar para darle la medalla al ángel, pero le importaba más reflejar lo que realmente debía expresar su coreografía.

-¿Qué tienes en contra del ángel? ¿Lo conoces? –Yuuri se fue al otro extremo de la habitación para jugar con los pétalos de una rosa en el jarrón de la esquina. Viktor se puso atrás de él y colocó sus manos en sus hombros.

-No, pero creo que es peligroso. ¿Por qué nunca muestra su rostro? ¿Por qué te da regalos tan caros? ¿Qué quiere de ti? –Hubo celos en su pregunta, y ambos lo detectaron.

-No sabes nada. –Yuuri volteó hacia el albino, recordando al ángel y la razón de que se ocultara.

-¿Y tú sí? –El pelinegro calló. Sólo sabía que el ángel se escondía por su rostro, pero no sabía más. Titubeó.

-Permíteme protegerte. –Lo tomó de las manos. –Yo cuidaré de ti. Confía en mí, ese ángel sólo te está manipulando. Ni siquiera sabes quién es o de dónde viene.

-Mi hermana lo mandó. –Viktor no entendió. Yuuri separó sus manos. –Antes de morir, ella me habló de que sólo a unos cuántos les llega un ángel que los guía en sus talentos. Poco después de que ella murió, el ángel vino por mí, me enseñó a patinar, me hizo ganar confianza, y ahora quiero ganar para agradecerle lo que ha hecho por mí. –Yuuri sabía que quizá Viktor lo tacharía de loco, pero quería que comprendiera que el ángel no era malo.

-Yuuri, yo puedo hacer eso y más por ti. –Se acercó al menor, no le replicó nada de su loca historia, pues seguro famoso "'ángel" se había aprovechado de su dolor e ingenuidad para tenerlo en la palma de su mano. Por lo que leyó en las cartas, ese "ángel" era un manipulador. –Estoy enamorado de ti. -Y antes de que el pelinegro pudiese siquiera reaccionar, Viktor le dio un beso en la sien, sonrojándolo. –Di que me darás tu amor, tu vida, Yuuri. No pido más de ti.

Pero era demasiado pedir para Yuuri. Le gustaba Viktor, vaya, el hombre era hermoso, pero ya había hecho una promesa con el ángel.

-Y-yo... no sé. –Viktor tomó nuevamente sus manos.

-¿Sientes algo por mí? –Yuuri se sonrojó más como respuesta. –Entonces permíteme alimentar ese sentimiento. Quiero estar contigo.

-Eres juez de la competencia. –Sacó el menor como pretexto.

-Renunciaré a ese puesto si es necesario. Lo hice como un favor a mi tío, pero tampoco es algo que me agrade mucho. –Besó sus manos. –Dame una oportunidad.

Hubo una pequeña pausa.

-Lo pensaré. –Por fin respondió Yuuri, provocando que Viktor lo abrazara y le diera un beso cerca de la comisura de sus labios.

En otro lado, un rubio iba furioso al techo de la pista de hielo. Al llegar, limpió sus lágrimas con brusquedad, para luego sentarse en el tejado.

Le dolía. Había visto todo, la confesión del canoso y cómo Yuuri sentía algo por él.

-¿Por qué? –Tapó su rostro con sus manos enguantadas. –De todos, ¿Por qué él? –El fantasma pensó que quizá le hubiese dolido un poquito menos si hubiese sido cualquier otra persona, pero Nikiforov... era imperdonable. -¡Me vengaré! –Golpeó una de las tejas con su mano. A pesar de tener un cuerpo delgado, tenía bastante fuerza. -¡No permitiré que un Nikiforov me humille! ¡YA NO! –Luego pensó en Yuuri. –Debo buscar una forma de que Yuuri lo olvide... o lo odie. –Sacó un pequeño cristal que sobró del vestuario que recién le había dado al menor. –Yuuri... -Dijo con una mezcla de tristeza y amor. –Yuuri... no me dejes... -Se levantó y entró a sus pasadizos, los cuales conocía de memoria, para irse a un lugar donde estaban los cables que sostenían la pesada pantalla de la pista, aquella que estaba justo en el centro y mostraba los saltos de los patinadores y su puntaje del programa. La miró fijamente, para luego mirar los cables. –Ya sé...




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En el siguiente capítulo veremos el pasado de Yurio. ¡Yei! No es igual a la novela Phantom de 1990, luego les explicaré la razón.

El fantasma de hielo. | Yuri On ice. | Completo. | Yuyuu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora