El fantasma de hielo. | Yuri On ice. | Completo. | Yuyuu.

Capítulo III: El juez de la infancia

Hola a todos!!!

Aquí les traigo otro capítulo porque tuve un tiempo libre, estaba muerta de aburrimiento y se me ocurrió escribir.

Hubiese querido actualizar La aventura de los mellizos, pero necesitaba el texto para consulta y no lo tenía a mano, a ver si mañana puedo actualizar ese fic.

La canción de este capítulo es el Ensayo general de Aníbal. Les dejo el link arriba.

Les tengo un par de avisos pero será al final, aquí empieza a haber avance en la historia.

Espero les guste el capítulo, si es así, voten y comenten por favor =).

Ya saben, Yuri On Ice NO me pertenece.

Capítulo III: El juez de la infancia

Yuuri se levantó temprano, ese día iría el patinador retirado para ver cómo se llevaría a cabo el concurso, y se sentía muy ansioso al respecto. ¿Cómo sería aquel juez? Sabía de buena fuente que a veces los patinadores o bailarines se amargaban cuando se tenían que retirar pues no habían ganado lo que deseaban o alguien les había robado su fama, sus oportunidades y otras cosas por ser más jóvenes.

Se puso su ropa deportiva y fue hacia las bancas junto a Pitchit mientras esperaban a Yakov y al juez, mientras Celestino hablaba con los operadores de cabina para que la música no tuviese problemas.

A los pocos minutos, entró el dueño, con su hijo siguiéndole y detrás de él, un llamativo hombre de ojos azules y cabello platinado. Era realmente atractivo, y era difícil quitarle los ojos de encima.

-¡Es el famoso Viktor Nikiforov! -Chilló Pitchit. -No sabía que ahora se iba a dedicar a juez de competencias. Debe ser su debut.

Yuuri solo lo miraba asombrado, ¿En serio era Viktor? Lo admiraba mucho, además que lo conoció antes de ser patinador, era un amigo de la infancia y quien le dio sus primeras lecciones sobre hielo. Ahora era sumamente guapo, y alguien importante en el mundo del deporte, pues en su época de patinador fue pentacampeón.

Pitchit miró a su amigo. -¿No te emociona, Yuuri?

-Sí, aunque ya lo conocía...

-¿En serio? ¡Cuenta! ¡Cuenta! Nunca me lo dijiste. -Reprochó. -Creí que nos contábamos todo.

-Fue hace mucho tiempo. -Se justificó Yuuri con un sonrojo en sus mejillas y mirando al piso. -No creo que me recuerde... él me enseñó a patinar, por él me animé a hacer una carrera en esta área. Lo conocí en uno de los recitales de mi hermana. -El chico se sonrojó más debido a las circunstancias en que se conocieron. -Ella iba a salir a escena, pero había olvidado su tocado, así que fui corriendo de los camerinos al escenario, pero enano y tonto, me perdí. Terminé en los lugares donde la gente se sienta a contemplar el recital. Había mucha gente enorme y desconocida, casi lloré cuando un niño de cabello largo y plateado se me acercó. Me preguntó si estaba perdido y le dije que sí, luego me preguntó por mi mamá y le dije que ella había muerto, él se asustó y no supo qué hacer, pero cuando le dije que buscaba a mi hermana para devolverle su tocado, él respiró aliviado y me tomó de la mano para llevarme con un guardia. Como él tenía más fuerza y me sentía a gusto con él, me di la libertad de patinar sobre el piso, aún recuerdo lo resbaloso que era. Cuando encontramos a alguien, le dijo al hombre todo lo que ocurrió, él agradeció y me tomó de la mano. Yo también le di las gracias, entonces revolvió mi cabello y me dijo que fue un placer. Me dijo que su nombre era Viktor y esperaba verme de nuevo. A las pocas semanas, Minako me dijo que yo podía patinar, conocer esa posibilidad, y que había alguien que podría ayudarme en mis primeros pasos. Acepté, porque vi algunos patinadores y me enamoré, y grande fue mi sorpresa cuando Viktor se convirtió en mi primer maestro de patinaje. Él me llevaba a una pista para aprender, me tuvo mucha paciencia, pues siempre me resbalaba o me desanimaba cuando salía todo mojado de la pista. Muchas veces, él escuchaba conmigo las historias que Mari contaba acerca de los ángeles que te guiaban con tu talento. -Luego puso una mueca de tristeza y nostalgia. -Pero cuando ella falleció, Celestino fue por mí a la academia de ballet y me trajo aquí, desde entonces no había vuelto a ver a Viktor.