Deslizó la pierna derecha desde el suelo hasta el tobillo izquierdo por donde ascendió hasta alcanzar la rodilla para estirarse formando un ángulo recto con la pierna izquierda. Rio inclinó el tronco hacia delante curvando elegantemente la espalda. Mantuvo el cuerpo en tensión hasta que la música cambió de ritmo a una cadencia violenta y caótica. Entonces, los bailarines se movieron desordenadamente, interaccionando los unos con los otros. Varios cayeron al suelo al ser derribados por una bala ficticia.
La música cesó abruptamente y Riona se detuvo volviendo a la figura inicial. Contempló con horror la matanza que se había generado a su alrededor y esperó cinco segundos antes de relajar el cuerpo y suspirar. Ese sería el momento en que los focos de luz se apagarían para dar paso al siguiente acto, pero ese día la escena marcaba el final del ensayo.
—Buen trabajo —los felicitó su profesora y coreógrafa. Los alumnos aplaudieron y lentamente fueron retirándose a los vestuarios—. Dávila —la llamó cuando se disponía a marcharse. La muchacha caminó hasta ella temiéndose lo que venía a continuación—. No voy a permitir que faltes a otro ensayo más. Si vuelve a ocurrir, le daré el papel principal a la suplente, ¿entendido?
—Sí. Lamento haber faltado —se disculpó por enésima vez.
—Te lo perdono solo porque has hecho el mejor ensayo de todo el trimestre y, de verdad, tengo muchas esperanzas puestas en ti —añadió suavizando el tono—. Lo cierto es que no comprendo cómo obtienes tan buenos resultados si faltas a los ensayos... —añadió con un brillo de admiración.
—Gracias —contestó antes de que hiciera alguna pregunta más. Dio media vuelta y se marchó.
Fue entonces cuando vio una silueta oscura sentada en una de las butacas del teatro. No necesitó fijarse más para saber que se trataba de Ian. Sorprendida por la indiferencia que este hecho le generaba, se limitó a seguir su camino hacia los vestuarios.
Ya en casa, Rio aprovechó el poco tiempo que le quedaba antes de acostarse para practicar los ejercicios de Gael. Se concentró en hacer que su induam tomara la forma de una esfera en vez de potenciar sus habilidades físicas. Ya lo había hecho durante el ensayo de ballet, de ahí los buenos resultados que tanto habían sorprendido a su profesora.
La brisa fría le despejaba la mente, por eso salía a la terraza para practicar. Bajo ella se extendía Madrid y el rumor de la ciudad la ayudaba a aislarse de lo que ocurría en su vida.
Sin embargo, una hora después seguía sin lograr la esfera perfecta que Gael le había mostrado en su ático. Tras varios intentos más, logró eliminar las zonas abombadas, pero su superficie aún fluctuaba de forma intermitente, amenazando con desmoronarse.
El sudor perlaba su frente a causa del esfuerzo que estaba poniendo. Creía estar a punto de conseguirlo cuando su concentración se fue al traste:
—Has hecho trampa.
La esfera se desbarató en una suave neblina nacarada que terminó por desaparecer. Riona abrió los ojos y alzó la mirada para encontrarse con el rostro de Ian que la observaba apoyado en la barandilla de metal.
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Almas encadenadas [Equilibrio]
Fantasy¡YA EN FÍSICO! El alma de Riona tienta a Ian. Es tan brillante que teme tocarla y contagiarle su oscuridad. Su penitencia es ser el demonio enviado para matarla. ...