Capítulo 5: algo que proteger (parte 2)

16.9K 959 902
                                    

Rio no sabía dónde había conocido Gael a su chófer, pero estaba tremendamente agradecida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rio no sabía dónde había conocido Gael a su chófer, pero estaba tremendamente agradecida. El hombre conducía como si estuviera en la Fórmula 1.

Buscó al venator entre la multitud. En cuanto lo divisó apoyado contra la fachada del edificio que estaba frente al bloque de oficinas, saltó del coche sin esperar a que se detuviera del todo. Momo se dispuso a seguirla, pero se volvió rápidamente hacia ella:

—No, quédate en el coche.

—Pero, Rio... —comenzó a protestar.

—No, Gael no querría que te expusieras a esto. Espera en el coche y llámale.

El tono firme que había empleado no daba pie a discusiones. En ese momento, Rio no podía permitirse discutir, ni de tener miedo por su propia seguridad, no cuando Diane estaba tan cerca del demonio.

Se encontraba junto a la entrada de puertas giratorias, en uno de sus escasos descansos mientras fumaba un cigarrillo y conversaba con sus compañeros. En otras circunstancias, le habría reprochado a su madre que hubiera vuelto a fumar, pero esta vez ni siquiera fue consciente de ello.

Corrió hasta que se detuvo bruscamente a poco más de dos metros del demonio que había apartado la vista de Diane para clavarla en ella. Evitó sus ojos azules y miró de reojo al otro lado de la calle. Suspiró aliviada al ver que su madre apagaba la colilla para volver a subir a su oficina.

—¿Qué pretendías? —le preguntó furiosa.

Ian se sorprendió ante la violencia que rezumaba su voz. Apenas unas horas antes temblaba en su presencia.

—Nada —contestó fingiendo inocencia—. En ningún momento dije que fuera a hacerle daño. Es solo una humana, ¿qué iba a ganar matándola?

—Hacerme daño a mí —contestó ella—. Como has estado haciendo hasta ahora.

—Hasta ahora solo te he asustado un poco. Nada más.

—Me disparaste —siseó.

—Pero fallé —replicó el demonio.

—Solo porque me apartaron de la trayectoria de la bala, no te atribuyas el mérito de algo que no hiciste. Y ahora amenazas a mi madre así que no intentes fingir ser un buen tipo.

—Ya te he dicho que tu madre no nos interesa. Es solo una humana que no pinta nada. A lo sumo podríamos utilizarla para atraerte.

Eso no, eso sí que no.

—¡No te atreverás! —gritó lanzándose contra él pillándolo desprevenido. No esperaba que la joven lograra reunir el coraje para enfrentarse a él.

Algo brilló en las palmas de Rio y, cuando sus manos entraron en contacto con el pecho del demonio, el aire se impregnó rápidamente de un olor a tela y carne quemada.

Los ojos de Ian se abrieron de par en par y se oscurecieron hasta volverse de un negro opaco. Gruñó y la apartó de un empujón que la lanzó al suelo. La sonrisa juguetona que había bailoteado en sus labios durante toda la conversación, había sido reemplazada por una mueca de odio. Estaba a punto de contraatacar cuando alguien se interpuso entre ambos.

Almas encadenadas [Equilibrio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora