A esas alturas, Rio no estaba segura de nada, pero sí tenía un par de cosas claras y una de ellas era que no podía confiar en Ian. Daba igual que estuviera en lo cierto acerca de su relación, tenía que buscar la verdad por sí misma. Afortunadamente, disponía de los medios para ello.
Después de disculparse con Gael por no poder ir esa tarde a entrenar, volvió a casa a la carrera. Solo Apolo estaba allí para recibirla. Su madre estaba en el trabajo aunque no le quedaría mucho para salir.
Con Apolo correteando a su alrededor, Riona caminó con decisión hasta la sala de estar que hacía las veces de trastero. Al final de la estancia había otra puerta y tras ella un cuarto más pequeño y mal aprovechado. Sabía que muchos vecinos del edificio habían echado abajo la pared que los separaba para hacer una habitación más amplia, pero a las Dávila les había venido perfecto. En ese cuarto habían escondido todo aquello que no querían ver, generalmente todo aquello que les recordara a su vida en Irlanda y lo que habían perdido allí.
El cuarto tenía cajas que habían permanecido cerradas desde que se mudaron, la mayoría llenas de las pertenencias de su padre que ninguna había tenido valor de tirar o donar pero que preferían mantener fuera de la vista y ahorrarse el dolor que traían consigo.
Pero el objetivo de Rio eran los álbumes de fotos, todos anteriores al 2009, anteriores a su llegada a Madrid.
Examinó el lomo donde estaban escritos los años que abarcaban y eligió el de sus últimos dos años en Irlanda. Sabía que contendría fotos de sus cumpleaños y otros eventos, y sabía que en ellos estarían sus amigos de la infancia de los que solo podía recordar a uno, aquel que le había regalado el collar. Había olvidado su nombre, seguramente de forma inconsciente ya que la muerte de su padre, de su amigo y su marcha de Irlanda había sido demasiado para una niña de escasos nueve años. No dudaba que parte lo habría olvidado por ser demasiado pequeña, pero estaba segura de que había recuerdos que su mente había bloqueado para protegerse.
Con el corazón encogido, pasó las páginas plastificadas intentando no mirar las fotografías de Adriano, y buscar a su amigo.
Para haber pasado tanto tiempo, lo reconoció de inmediato. Había una fotografía de ambos en una de las playas irlandesas que nada tenían que ver con las de Levante a las que estaba acostumbrada. La arena era oscura y apelmazada tanto por las olas como por la lluvia que teñía de verde las rocas. El cielo gris que anunciaba tormenta podría haber apagado los colores de la fotografía, sin embargo hacía destacar las mejillas sonrosadas en el rostro de Rio y los ojos azules del niño sonriente a su lado. El mismo niño que le pasaba un brazo por los hombros y posaba ante la cámara.
Contuvo la respiración mientras contemplaba sus rasgos tratando de eliminar la posibilidad de que ese niño fuera Ian. Pero su pelo oscuro y despeinado, sus ojos de un azul intenso y su sonrisa pícara no ayudaban. Y, para rematarlo todo, el collar parecía brillar en la fotografía, como una diminuta estrella.
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Almas encadenadas [Equilibrio]
Fantasy¡YA EN FÍSICO! El alma de Riona tienta a Ian. Es tan brillante que teme tocarla y contagiarle su oscuridad. Su penitencia es ser el demonio enviado para matarla. ...