Capítulo 21: 10:45pm

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- ¡Hey!

No otra vez...

- ¡Hey! Levántate.

¿Es en serio?

Entierro mi rostro cayendo en el sueño nuevamente.

- ¡Que te levantes!

- ¡¿Qué demonios quieres?!

El imbécil de Murakami no se inmuta ante mi grito, puede que eso se deba a que mi cara adormilada no es tan intimidante como esperaba que fuera. El japonés permanece inalterado, de pie en medio de la sala.

- Mi libro – Contesta -. Estás encima de mi libro.

Aun mirándolo, tomo el puto libro y lo lanzo al otro lado de la habitación.

- De nada Lombardo.

Intrigado, lo observo caminar hacia el otro extremo para recoger su libro.

- Habrás querido decir "gracias".

- No – Ni siquiera me observa al hablar, camina hacia la salida con una tonta sonrisa –. Deberías agradecerme que te haya despertado, de lo contrario te hubieras perdido la clase.

Estiro el brazo y tomo mi celular. ¡Son casi las nueve de la mañana! ¡Mierda!

Me pongo de pie en un segundo. Antes de correr a la ducha, le dirijo una mirada al japonés; éste me devuelve una mirada de burla, encantado de verme apurado.

- Largo.

- Nos vemos en clase Lombardo.

El culpable de mi retraso a clase fue el hecho de haberme levantado a las cinco de la mañana para correr, lo cual no fue tan malo en realidad; todo estaba en calma y no había nadie levantado a esa hora y correr en el exterior fue casi como salir a pasear. Fue relajante.

No tengo tiempo para una ducha así que me cambio de ropa rápidamente y corro, de nuevo, hacia los ascensores. Ya llevo dos sesiones de cardio antes de las diez de la mañana, nada mal.

Últimamente el programa de clase había cambiado, de hecho, cambió desde que regresamos del curso CIA 201. Debo admitir que todavía me molesta el no haber ganado y que el equipo donde estaba Eduardo fuera el ganador. Todavía no sé cuál es la ventaja que su equipo obtuvo, pero pienso que ninguno de ellos nos lo dirá.

Ahora mi día está dividido entre conferencias con el Lobo, buceo y prácticas de lucha. Lo primero era lo más interesante del día. Lobo a pesar de ser un vegete, tenía una gran memoria y nos enseñaba basado en su propia experiencia. El buceo era sin duda mi favorito, no se me daba nada mal. Lo único de lo que podría quejarme era de lo quemado que terminaba. Mi piel está mucho más oscura que antes. Y la lucha era... difícil, mas bien, era dolorosa. Mi espalda había comenzado a molestarme y tenía este dolor todos los días. No sabía si había hecho algún mal movimiento en el gimnasio o no había estirado como debía. Si continuaba con la lumbalgia, me enviarían al departamento médico de la ASIS, lo cual no quería. Mi más grande terror era que me dijeran que estaba lesionado y me enviaran reposo.

Cuando me senté en uno de los escritorios de la sala de conferencias, tuve que morderme la lengua para no soltar un quejido.

- ¿La espalda?

Asentí en dirección a Alfredo.

- No estás tan joven ya – Murmura.

Bastó dirigir una mirada a la rodillera de protección que él llevaba para que dejara de molestar. El dolor aumentó a medida que permanecía sentado escuchando la clase sobre campo de batalla. No podía seguir así, más tarde tenía práctica de lucha y este maldito dolor me hará perder. Tomo dos analgésicos del frasco que siempre cargo conmigo y me los llevo a la boca.

Entre tú & yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora