☯II☯

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Ángela cerró con cuidado la puerta del salón, donde su hermana se había quedado dormida después de comer. Caminó hasta su habitación y se tumbó encima de la cama. Las últimas semanas habían sido duras y apenas habían dormido. Los resultados de la última revisión estaban a la vuelta de la esquina y podían significar su alta definitiva o su vuelta al hospital.

Cogió su móvil y revisó sus mensajes, no había comunicado todavía los resultados de la revisión a su familia, así que decidió llamar a su padre.

—¿Ángela, cariño?

—Hola, papá.

—¿Ya habéis salido del médico? ¿Qué ha dicho? ¿Está todo bien?

—Estoy curada—respondió ella intentando contener las lágrimas—. He vencido al cáncer.

—Sabía que lo conseguirías. Has sido una luchadora desde pequeña. ¿Cómo estás?

—Feliz. Por fin se ha acabado la pesadilla. Por fin puedo volver a mi vida normal.

—¿Y tu hermana?—Ángela suspiró, por un segundo creía que su padre se iba a olvidar completamente de la mediana de la familia como solía hacer desde que le detectaron el tumor

—Durmiendo en el sofá. Apenas ha descansado esta última semana y casi que la he obligado a tumbarse.

—Así me gusta, ejerce de hermana mayor. ¿Qué vais a hacer esta noche?

—Cenar para celebrar mi victoria. ¿Cuándo venís a vernos?

—El miércoles. Es el cumpleaños de tu hermana e iremos para sorprenderla. ¿Qué tal si le organizas una fiesta con sus amigos y gente cercana? Le ha comentado a tu madre algo de un chico y tengo curiosidad por saber quién es...

Sin verlo sabía que se estaba rascando la barbilla, lo que le sacó una sonrisa.

—Vale, papá. Os iré informando. Oye, te dejo, que acaban de llamar al timbre. ¿Hablamos mañana?

—Claro, dile a tu hermana que llame a casa cuando tenga un rato libre. Vuestro hermano quiere hablar con ella.

—Vaale. Hasta mañana, papi.

—Hasta mañana, cariño.

Ángela colgó con una sonrisa en el rostro y se levantó para ir a abrir la puerta. Seguramente sería alguna amiga de su hermana o Paula, su mejor amiga desde su llegada a Madrid.

—¿Si?

—Hola... ¿Está Noa?

No era una voz femenina, sino masculina. Era un hombre. Probablemente aquel del que su hermana le había hablado.

—Sí, pero está dormida. ¿Quién la llama?

—Oh, eh... Habíamos quedado para dar un paseo antes de la cena, pero no pasa nada. Volveré sobre las ocho, necesita dormir y no me gusta interrumpirla cuando consigue hacerlo. Gracias.

Silencio. El chico debió alejarse del telefonillo para coger aire o simplemente marcharse. Ángela decidió que quería conocer a aquel joven en ese momento, así que cogió sus llaves y bajó las escaleras que la condujeron al portal. Y bingo, allí apoyado se hallaba el novio de su hermana.

—Así que tú eres el famoso chico misterioso del que me ha hablado mi hermana...—Ángela rió al verlo moverse asustado—Tranquilo, no muerdo. Soy Ángela.

—Entonces tú eres la famosa Ángela... Soy Antoine, encantado.

Se dieron dos besos. Ángela reconoció enseguida aquel rostro angelical. El cabello rubio corto y los ojos tan azules como el cielo. Aquel chico era futbolista, y uno muy famoso.

—No sabía yo que mi hermana se había echado un novio futbolista...

Antoine se rascó la nuca, sonrojado.

—Ya... No le gusta decirlo, y menos cuando lo llevamos en secreto...

—Me lo imagino. ¿Quieres subir?

—Yo ya me iba... Si tu hermana está durmiendo no quiero molestar...

—Seguro que le apetece verte cuando despierte. ¿Un café?

—Vale. Sí, un café está bien.

Ambos entraron en el edificio y subieron al primer piso. Caminaron hasta la cocina sin hacer ruido y Ángela encendió la cafetera.

—Así que no te gusta interrumpirla cuando duerme...

—Desde que la conozco solo ha dormido bien cuando me quedaba con ella. Lo pasa muy mal por las noches, dormía con el teléfono pegado a la oreja por si la llamaban del hospital y se despertaba a la mínima.

—¿Te has quedado con ella?

—Ángela, sé lo de las normas, pero tú no estabas en casa y tu hermana tenía mucha ansiedad por si te pasaba algo. Al menos dos o tres noches a la semana dormía del tirón, aunque yo me quedara pendiente del teléfono.

—Eres buen chico. Me gustas para mi hermana—Antoine levantó una ceja—. Poca gente se da cuenta de que lo pasa mal y apenas descansa, así que solo puedo darte las gracias por ayudarla.

—Supongo que es lo normal cuando quieres a alguien, ¿no? Ayudarla en las buenas y en las malas.

Ángela sonrió y asintió.

—Antoine, me parece que esta noche vas a poder llevártela a cenar. Me gustas para ella.

Antoine también esbozó una sonrisa. El resto de la conversación fue sobre la enfermedad de Ángela y sobre su familia. La joven descubrió que podía hablar con Antoine, y que aunque él bromease para hacerla reír, la escuchaba y entendía que el tema era duro para ella.

—¿Qué son esas risas? Ángela, ¿con quién..? ¡Anto!

El chico sonrió y se levantó para abrazar a una recién despertada Noa, que no lo esperaba por allí.

—¿Qué haces aquí?

—Tu hermana me ha invitado a un café mientras dormías. ¿Has descansado algo?

Noa asintió y miró a Ángela, que le dedicó un guiño cómplice.

—Ha dicho papá que lo llames cuando tengas un rato. El enano quiere hablar contigo.

—Coño, es verdad... Me he olvidado por completo de Alejandro...

—Vaya cabeza la tuya, y eso que eres su hermana favorita... ¿Por qué no lo llamas mientras Antoine y yo seguimos hablando? Lo puedo entretener un par de minutos más.

—Gracias—Noa besó la mejilla de su hermana y salió de la cocina, Ángela miró al francés, que carraspeó

—¿Entonces puedo llevarla a cenar?

Ángela asintió.

—Pero venid a dormir a casa, no quiero quedarme sola.

—Descuida. Todavía no la he llevado a la mía. No quiero que se sienta incómoda con lo desordenada que está y todas las cosas de Mia por el suelo...

—¿Mía?

—Mi hija.

Ángela parpadeó.

—¿Tienes una hija?

—Sí, y tu hermana se lleva muy bien con ella. Pero aún así la casa está hecha un desastre y conociéndola se pondría a ordenarla. ¿Te has hecho un tatuaje?

—Eh, sí... Es para marcar la nueva etapa de mi vida.

—¿Puedo verlo?

Ángela extendió el brazo y Antoine retiró el papel de film que lo cubría, teniendo acceso a los números que marcaban su piel.

—Un ocho...—los ojos de Antoine brillaron divertidos—¿Sabes? Creo que deberías conocer a alguien... Esta noche te vienes con tu hermana y conmigo. Y no acepto un no como respuesta.

AchtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora