Ángela entró en el piso seguida de su hermana. Se acercó al salón, donde escuchaba el ruido de la tele, y para su sorpresa se encontró a Toni dormido en el sofá con Alejandro encima. Por su parte, Antoine se había quedado dormido en el suelo y si hija ocupaba el otro sillón.
Noa se encerró en su habitación y Ángela suspiró apoyando la cabeza en la pared. Su padre no despertaba, y si no lo hacía en un par de meses deberían desconectarlo.
-¿Ángela?-Toni se incorporó con cuidado-¿Cómo ha ido todo?
La cántabra se encogió de hombros.
-Sigue igual. Pero nos han dicho que si en unos meses no se despierta vamos a tener que desconectarlo.
El alemán dejó a Alejandro sobre el sillón y se levantó para abrazarla. Un abrazo que Ángela necesitaba y que Toni no tenía problema en darle.
La joven escondió la cabeza en el hombro de él y comenzó a llorar.
-No, no llores, por favor... Estoy aquí... Para lo que necesites.
~•~
Sobre las doce del mediodía, Ángela abrió los ojos. A su lado, Toni dormía plácidamente. La tenía sujeta con sus brazos, dándole la seguridad que la noche anterior le faltaba.
La joven se levantó para preparar el desayuno. Primero pasó por el salón, donde Alejandro se había despertado y jugaba con Mía bajo la vigilancia de Antoine.
-Buenos días, Antoñito.
-Que no me llames así-el francés rodó los ojos-. ¿Vas a hacer el desayuno?
-Eso pretendía, pero venía a ver si estabais despiertos. ¿Has conseguido hablar con mi hermana?
-No. Sigue encerrada en su cuarto. Supongo que necesitará espacio y luego vendrá a abrazarme.
-Ya, será eso-Ángela suspiró y se agachó para coger a Mia, que le pedía con los brazos que la subiera-. Hola, princesa... ¿Ya no tienes fiebre?
Mía rió y se abrazó a su cuello. Algunas décimas aún tenía, pero nada comparado con la noche anterior cuando Antoine había llegado.
Ángela se la llevó a la cocina y la sentó en la encimera mientras encendía la cafetera. Después le dio una galleta de chocolate que la pequeña aceptó encantada.-Eres como una muñequita-sonrió Ángela y le acarició la mejilla
-Papi ice yo princesita-Mía arrugó la nariz y la joven soltó una carcajada
-Sí, también eres una princesita.
La pequeña asintió contenta y mordió la galleta. Antoine apareció en la cocina rascándose la nuca.
-Tu hermano dice que se muere de hambre. ¿Le preparo un Colacao?
-Sí, porfa. Yo me encargo de tu hija.
El francés asintió y se puso manos a la obra mientras Ángela entretenía a la niña. Un rato después Alejandro estaba sentado en la mesa, desayunando, y Toni sentado a su lado observando como Ángela jugaba con Mía.
Desayunaron los tres cuando acabaron los niños, y Ángela decidió ir a ver cómo estaba su hermana, así que entró sin llamar en su habitación.
-¿Qué quieres?-masculló Noa de mal humor y dándole la espalda
-No puedes quedarte aquí encerrada todo el día.
-Sí que puedo.
-No.
Ángela subió la persiana.
-¡Ángela, joder!
-Que no te vas a quedar aquí. Mira, lo de papá me afecta tanto como a ti, pero no puedes quedarte aquí y no salir. Antoine está con Mía aquí y los dos están deseando verte.
-No voy a salir de la habitación.
Sin duda alguna su hermana pequeña era exasperante cuando se lo proponía.
-Vas a salir de aquí aunque sea a rastras.
Ángela la cogió por los pues y tiró de ella hasta sacarla de la cama. La arrastró hasta el pasillo y cerró la puerta de la habitación. Fue entonces cuando se fijó en el rostro de Noa. Tenía los ojos rojos e hinchados de llorar toda la noche, y había algo más que su mirada trataba de ocultar y que Ángela no lograba descifrar.
Se apoyó en la pared, jadeante, y se agarró al mueble del pasillo para no caerse.
-Ángela, ¿estás bien?-Noa se levantó de un salto, la hermana mayor negó
No era capaz de hablar, el jadeo constante que le producía el sobreesfuerzo no le dejaba. Comenzaba a marearse.
-Joder, joder, no te caigas, vamos... ¡Antoine! ¡Ayuda!
Ángela se apoyó en su hermana en el momento que sintió que perdía la consciencia. Cayó sobre ella y la tiró al suelo, aunque intentó evitarlo. Cuando su cuerpo quedó sobre el de su hermana, ella ya estaba inconsciente.
~•~
Ángela se despertó acompañada por el pitido familiar de una máquina que marcaba su ritmo cardiaco. Observó la habitación, su hermana dormía en el sofá que había junto a su cama mientras Antoine le acariciaba el rostro.
-Por fin te despiertas, tienes a tu hermana al borde del ataque de nervios.
-Dime por favor que no he recaído.
-No, joder. Te han hecho pruebas por si acaso pero no hay metástasis. Ha sido un simple desmayo por sobreesfuerzo. Que solo a ti se te ocurre sacar a tu hermana a rastras de la habitación cuando no puedes cargar pesos superiores al de Mía.
-No creía que me iba a poner tan mal. ¿Dónde está Toni?
-Tiene entrenamiento. Se ha llevado a Alejandro con él. Yo he dejado a Mía con Erika y he venido lo más rápido posible. Noa ha venido contigo en la ambulancia.
-Joder... Vaya mierda todo.
-No te alteres que será peor-Antoine señaló el monitor-. Nos tenías muy preocupados, Ángela. Si te pasase algo ahora tu hermana se moriría. No para de echarse la culpa de que estés aquí otra vez.
-No la tiene.
-Ya lo sé. Pero sabes cómo es. Por lo menos he conseguido que se durmiese...
-Tiene que descansar.
-Me ha dicho que tiene una revisión pronto. ¿Puedes explicármelo?
Ángela suspiró y asintió. Le contó a Antoine lo que un par de días atrás le había contado a Toni.
-O sea que es probable que ella también lo sufra.
La joven asintió de nuevo. Antoine apoyó la cabeza en el respaldo del sillón y se mantuvo en silencio sin dejar de acariciar el rostro de su novia. Miró a Ángela y comenzó a contarle historias de un gran amigo suyo al que debía conocer para tratar de animarla.
Fue la primera vez que Ángela oyó hablar de Stefan Savic.