☯VIII☯

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Ángela observó como Toni se subía a Alejandro a hombros para llevarlo al coche.

—¡Angy, Angy, Modric me ha dicho que me va a enseñar a dar toques por mi cumpleaños!

—¡Qué guay, campeón! Aunque seguro que Toni te enseña antes.

El alemán asintió sonriente y colocó al niño correctamente.

—¿Podemos ir a comer juntos? Porfi, porfi, porfi...

Toni asintió.

—Os venís a mi casa.

—Toni, no...

—Conduzco yo, así que yo mando.

—¡Yupiiiii!—exclamó el pequeño

~•~

—¿Dónde estás?—Ángela rodó los ojos

—Qué más te da, si estás con Antoñito.

—Joder, Ángela, no me cogías el teléfono.

—Estaba comiendo... En casa de Toni.

—¿Estás en casa de Toni? ¿Desde cuándo? ¿Por qué?

—Ya te lo contaré. ¿Cómo vais Anto y tú?

—Hemos salido a pasear a Hooki y Narco y de paso a recoger a Mía de casa de su ex. Este fin de semana está con Antoine.

—Me alegra saberlo, así no haréis cosas pervertidas.

Noa chasqueó la lengua y Ángela sonrió de lado. De lejos vio a Toni jugar en el jardín con Alejandro y se mordió la uña del dedo pulgar.

—Oye, ya hablaremos, ¿vale?

—Vale, vale, vete con tu alemán querido.

—No es mi...—pero su hermana ya había colgado y, como siempre, la había dejado con la palabra en la boca

La joven caminó hacia el jardín, donde se sentó en la hierba y observó a su hermano y al alemán. Faltaban solo unas horas para que el sol le ocultase y la excursión a casa del futbolista se diese por finalizada, claro que Alejandro no tenía ganas de irse, y Ángela, aunque no quisiese admitirlo, tampoco.

Toni miró de reojo a la joven. Cada vez que la pillaba mirándolo le guiñaba un ojo, gesto que la hacía sonrojar.
Ángela no podía evitarlo, Toni era un joven apuesto y caballeroso. Sin duda alguna, era lo mejor que le había pasado desde el nacimiento de Alejandro...

—¿En qué piensas?—el alemán se acercó a ella y se sentó a su lado

—No, en nada. O en todo. No lo sé.

—Es bastante difícil no pensar en nada y pensar en todo a la vez, ¿no crees?

Ángela asintió, distraída, e inclinó un poco la cabeza hacia su izquierda, dejándola casi sobre el hombro de Toni. Estaba cansada, muy cansada. Cuidar de su hermano la agotaba, y más aún ir y venir del hospital. Odiaba tanto aquel edificio... Había pasado tanto tiempo allí que se había jurado no volver, y justo cuando le dieron el alta...

Sacudió la cabeza en un gesto inconsciente y la dejó caer del todo sobre el hombro del chico, que sonrió.

—Me gustaría saber más de ti—confesó él

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