Ángela observó como Antoine abría el coche mientras su hermana empujaba la silla de ruedas hasta él. Con cuidado, Noa ayudó a su hermana mayor a subirse en el asiento delantero y llevó la silla de ruedas de nuevo al hospital. El francés ocupó el asiento del conductor y Noa se montó en el asiento trasero.
—Sigo diciendo que deberías ir tú delante.
—Cállate, no tienes elección—Noa se acomodó en el asiento de atrás y sacó su teléfono
Antoine la miró de reojo y centró su vista en la carretera. Ángela soltó un suspiro y movió sus dedos encima de su pierna.
—¿A dónde vamos?
—Antoine tiene entrenamiento ahora. Luego Toni traerá a Alejandro.
(...)
La actitud fría de su hermana le daba a Ángela mucho que pensar. No sabía si se había enfadado con ella, si seguía culpándose del incidente o si había pasado algo más.
—¿Puedo saber qué ronda esa cabecita tuya?
—No es nada, Angy—Noa acarició la mano de su hermana
—Eres mi hermana, te conozco.
La pequeña sacudió la cabeza.
—Mira, ese que está con Anto es Savic, creo que te ha hablado de él.
Ángela observó al moreno que rondaba a su cuñado. No le inspiraba confianza, tenía cara de formar parte de la mafia balcánica.
—Bueno, no me cambies de tema. ¿Qué te pasa?
Noa volvió a negar y le dio un abrazo a Ángela.
—Me alegro de que estés bien. Estaba muy asustada. Tenía miedo de que...
—Lo sé. Lo sé.
Pero lo que no sabía era lo que realmente le rondaba por la cabeza a su hermana, y eso, la preocupaba demasiado.
(...)
Stefan Savic besó la mano de Ángela en un gesto cómico y galán.
Antoine había organizado una barbacoa en su casa y las hermanas habían sido invitadas, al igual que todos sus compañeros.
El montenegrino se había hecho rápidamente un hueco entre la gente para llegar hasta la joven que jugaba con Mía y Alejandro, y la pequeña Griezmann adoraba a su "tío Savic", por lo que Ángela se vio entablando una conversación con él en menos de tres minutos.El jugador del conjunto colchonero le guiñó un ojo a la cántabra mientras le insinuaba que conocía un par de parques infantiles donde había mucha intimidad, claro que no quería ligar con ella (o eso quería pensar Ángela).
—¡Stefan, tío! ¿Dónde te habías metido?—Antoine se acercó con un botellín de su cerveza favorita en una mano y con el otra brazo sobre los hombros de su chica—Te estaba buscando, aunque ya veo que estás bien acompañado. ¡Mi cuñada favorita! Hacéis buena pareja.
Noa le dio un codazo y Antoine cerró la boca de golpe. Ambos se miraron serios y ella le susurró algo que le hizo separarse e ir a otro sitio.
—¿Problemas en el paraíso, pequeña?—Savic abrazó con dulzura a la hermana de su nueva amiga, que le dedicó una dulce sonrisa
—No, le he dicho que como siga incordiando no me quedaré esta noche.
—Uhh... El sexo es la base de la vida de Antoine últimamente—se carcajeó el montenegrino
Ángela carraspeó y su hermana decidió volver a dejarlos solos, pero poco les duró la soledad pues pronto llegó Toni con dos vasos de zumo multifrutas, uno para él y otro para la chica que comenzaba a robarle el corazón. Claro que, verla con el montenegrino, le provocó una especie de enfado que achacó a los celos. ¿Era posible que Ángela le gustara tanto como para celarse de Stefan?
—¡Te has acordado de que es mi favorito!—la chica sonrió y besó la mejilla del alemán, que se sonrojó levemente
—Yo te iba a ofrecer una coronita...—sonrió Stefan
—No te la rechazo—Ángela bebió todo el zumo de su vaso—. Tengo un vaso vacío que rellenar.
—Ahora mismo vuelvo, ven conmigo, Mía, vamos a por zumo.
Toni pasó su brazo por la cintura de Ángela y acercó sus labios al oído de ella.
—Te propongo una escapada rápida al jardín de atrás de Anto, está vacío y es muy agradable para charlar.
Ángela asintió y dejó que Toni enlazara sus dedos. Cruzaron la casa mientras saludaban gente y llegaron al jardín de atrás sujetos con fuerza de las manos. Toni se dejó caer en una hamaca y sentó a Ángela sobre sus piernas, mirando hacia él.
—¿Qué te parece la barbacoa?
—Bueno, la ha organizado Antoine, no puedo darle un diez.
Toni sonrió de lado y comenzó a recorrer el brazo de Ángela con sus dedos, haciéndole cosquillas casi sin darse cuenta, en un gesto inconsciente y cariñoso.
Se miraron a los ojos, en silencio, sonrientes, y se aproximaron lentamente. Los dos deseaban besarse en condiciones desde que Ángela le dio aquel pico que no le supo a nada.
Las manos de Toni se colocaron en el bajo de la espalda de ella y las de Ángela rodeando el cuello de él, sus ojos se cerraron y sus labios se chocaron lenta pero dulcemente.Toni se acomodó de manera que pudiese profundizar el beso sin acercarse más para darle su espacio a Ángela, pero esta se pegó a él mientras sus labios parecían no querer separarse ni para coger algo de aire. Cuando por fin lo hicieron, se miraron a los ojos, algo sonrojados, y se lanzaron de nuevo a la carga.
Toni besaba con dulzura y cariño, era Ángela la que le daba un tono más fogoso. Hacía mucho que no besaba, y Toni era el hombre perfecto para volver a hacerlo. Sus manos acariciaron el pelo del alemán que soltó un pequeño suspiro. Ella le mordió un poco el labio inferior y él esbozó una sonrisa.
—¡Puaj! ¡Se están dando besos!—Alejandro interrumpió la escena gritando y tapándose los ojos con las manos
—Vaya por Dios, hemos traumado al pequeño Alex—Toni sonrió de lado
Ángela escondió la cabeza en su pecho y Toni besó su cabeza. Definitivamente aquello solo había sido el principio, pues el alemán había sentido con ese beso cosas que no había sentido en años. Tal vez había encontrado en Ángela a la mujer que había estado buscando toda la vida.