W.I.T.C.H. 1° Saga: Los Doce Portales

Capítulo 5

"La última lágrima"

"Un mundo incapaz de cambiar, es un mundo sin esperanza"

Se mueve en la oscuridad. Acostumbrado a las tinieblas, se mueve en las sombras, rápido y silencioso. Ojo alerta, respiración rápida, se acelera, se aburre, se da la vuelta. El corazón late muy fuerte. Escucha los pasos que se acercan. Sabe que está atrapado. Y lo que es peor, ella también lo sabe...

-¡Ahí estás! -dijo Will, descubriendo a la ardilla escondida debajo de la cama-. Sal de ahí. Ésta vez sí te metiste en un gran problema.

Aquella misma mañana, Will había dejado un paquete de galletas en el escritorio. Cuando regresó del baño, el paquete estaba vacío. La pequeña ardilla inquieta se las había comido todas en menos de diez minutos.

-¡Eh! ¿Qué tienes? -inquirió Will, al ver como se tiraba al suelo, como si estuviera muerta-. ¡Oh, no! ¡No me hagas esto, Ghiro! Abre los ojos, anda. ¿Qué tienes?

"Seguramente está enfermo, o es una estrella de Hollywood en actuación" pensó, mientras lo tomaba en las manos. No sabía qué hacer. Su madre se había ido a una conferencia aquel día y no sabía a quien pedirle ayuda. Su última opción era Matt... Aunque no estaba segura si esa sería una buena idea.

Will tomó el teléfono con inseguridad y marcó su número. Sabía que él amaba demasiado a los animales como para dejar lo que había sucedido entre ellos de lado.

-Hola... Si, buscaba a Matt... Si, soy una amiga.. ¿Y a qué hora puedo encontrarlo? Se trata de algo urgente -la persona al otro lado del teléfono le pasó la dirección donde él estaba trabajando en aquel momento y Will la anoto con bolígrafo en su mano.

No tardó mucho tiempo en terminar de cambiarse, tomar su bicicleta y conducir con la ardilla hacia aquella dirección.

"Aquí es" pensó, deteniéndose frente a la tienda de animales del abuelo de Matt.

-Hola, chiquilla, ¿qué puedo hacer por ti? -preguntó un amable anciano de cabello blanco al verla cruzar la puerta.

El rostro de Matt se tensó al poner sus ojos en ella.

-Oh, eres tú...

-¿Se conocen? -preguntó el hombre, observando con una sonrisa a su nieto.

-Sí. ¿Viniste a cachetearme de nuevo o es una visita de cortesía? -habló Matt.

El abuelo se dio cuenta de que aquella situación se veía demasiado tensa, deslizando de un adolescente a otro.

-Bien, hagan de cuenta que yo no estoy aquí.

-Puedo... Puedo explicarlo -balbuceó Will.

Matt mostró una sonrisa fingida.

-¿Así que la señorita cacheteadora tiene una explicación? Tengo ganas de oírla.

"Como pudo hacerme esto la tonta de mí gota astral" pensó ella, enfadada. Primero lo había besado y luego lo había cacheteado frente a todos en la escuela. ¿Por qué había hecho eso?

-¿Y bien? Estoy esperando.

-Sí, te debo una explicación, pero antes, hay algo más importante, Matt -dijo, enseñándole la ardilla entre sus manos-. Ghiro está enfermo.