Capítulo 6 (Parte III)

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-Cerramos en tres horas -dijo el encargado de la biblioteca-. ¿Estás segura de que alcanzarás a leer todo eso?

Will observó la enorme cantidad de libros que tenía esparcidos sobre la mesa. Estaba decidida a pasar allí todo el tiempo que fuera necesario para aprobar la manera del profesor Collins.

-No, pero puedo intentarlo -dijo, tomando el primero-. Gracias por haberme ayudado a encontrar el material.

-No es nada, es mi trabajo -musitó el chico de gafas, con una sonrisa en la cara-. Puedes pedirme ayuda con cualquier cosa que quieras. Tengo mucho tiempo libre.

-Ojalá yo lo tuviera -susurró Will-. ¡Mira cuantos libros y problemas que no se resuelven con la magia!

Comenzó a leer el primero de los enormes y anticuados libros acerca de la vida durante la edad media. Las páginas hablaban de un período oscuro, con nobles y pobres, y Will se dio cuenta de que de pronto encontraba muchas similitudes con... ¡Meridian!

Podía escribir un gran ensayo basado en la información que le otorgaban los libros y su experiencia personal. Sin embargo, antes de comenzar apagó su celular. No quería que nada la desconcentrara de su trabajo. Iba a demostrarle al profesor Collins de lo que era capaz.

***

-Está apagado -dijo Taranee, quien había llamado al teléfono de Will más de tres veces-. Es imposible localizarla.

Las cuatro chicas se encontraban frente a la casa de la profesora Rudolph, indecisas acerca de si debían confiar en la mujer o no. Después de todo, provenía del Metamundo.

-¿Se les ocurrió en algún momento que no es indispensable? -declaró Cornelia.

-Escucha esto Corny -dijo Irma, con voz firme-. Sin Will, yo no entro a esa casa.

-En primer lugar, somos perfectamente capaces de arreglarnoslas solas. Y segundo, quítate esa maldita costumbre de cambiar los nombres. O por lo menos el mío.

-Chicas... -interrumpió Hay Lin, en un susurro-. Nos están observando.

Las demás muchachas miraron hacia la enorme casa, donde la profesora de matemáticas las observaba con una sonrisa a través de la ventana. En ese entonces, supieron que ya no había vuelta atrás. 

***

-¡No sean tímidas, niñas! -exclamaba la señora Rudolph-. ¿Quieren leche para su té?

Sin embargo, no era la timidez lo que las mantenía en silencio, sino la forma en la que la profesora había hecho levitar las tazas y la tetera hacia la mesa, sin necesidad de levantarse a buscarlas.

-Entonces... también usted tiene poderes, profesora Rudolph -murmuró Cornelia.

-Hacer que las tazas y las cucharas leviten no es un poder. Digamos que es una facultad. Todos mis similares tienen las mismas capacidades -dijo la mujer, mientras tomaba un sorbo de su té caliente-. Pero no son nada comparadas con sus poderes.

-¿Por qué nos llamó? -cuestionó Irma-. ¿Quería decirnos algo?

-La última vez que nos vimos, yo estaba escondida en los subterráneos de Meridian. Mientras vagaba por aquellos oscuros sitios, tuve la oportunidad de conocer a muchos fugitivos. Rebeldes que odian a Phobos. Algunos de los más valientes y aguerridos, les presentaron a los demás a Vathek, el ciervo de Cedric. Ese infiel les dijo que había abandonado a su patrón y que ponía a su disposición todos sus conocimientos.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2019 ⏰

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W.I.T.C.H. 1° Saga: Los Doce PortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora