Capítulo 1. El entierro de la anaconda cabezona.

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1 - El entierro de la anaconda cabezona

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1 - El entierro de la anaconda cabezona.

Midoriya Izuku podría definirse como inocencia y ternura en estado puro.

Bakugou Katsuki era todo lo contrario.

Ellos llevaban tiempo siendo novios, a escondidas de la gente que podría culparlos. Ambos eran jóvenes y hombres.

Los cambios durante siglos de evolución habían logrado que algunos hombres pudieran tener la posibilidad de albergar vida en su cuerpo. Y las mujeres, podían embarazar a los masculinos.

Obviamente, existían hombres sin poder dar a la luz, y mujeres que no podían embarazar.

•••

Aquella tarde de invierno, la pareja se encontraba sobre el sofá de la casa del más pequeño. Hacía demasiado frío para salir.

— Hijo, saldré a hacer compras y luego iré al médico. Volveré tarde, invita a Katsuki a cenar y cocina algo rico, ¿Si? —Se acercó a su hijo y besó sus alborotados cabellos.— Te amo, cuidate.

Ambos jóvenes, asintieron y despidieron a la señora Midoriya. Y una vez que se aseguraron que estuviera esta lejos, Katsuki se acercó para atraer a Izuku a su pecho, abrazándolo y dando la imagen de una verdadera pareja enamorada.

— ¿Cuándo les vamos a decir? —Interrumpió Katsuki ese ambiente cálido y callado.

— Aún no, ¿Esta bien? —Suspiró el pecoso, pensando en cuál sería la reacción de sus madres al enterarse de su relación.

Su madre se espantaría. Y la de Katsuki estaría muy feliz de que alguien estuviera tan mal de la cabeza para querer a su explosivo hijo.

— De acuerdo, idiota. —Murmuró apoyándole el mentón sobre su cabeza. Y una de sus manos, bajó de su hombro a su cintura, para apretar suavemente allí en una caricia suave.

Izuku suspiró y pasó sus brazos por la cadera de su novio, apegándose a su calor para escuchar el lento latido de su corazón.

Ambos estaban muy enamorados, y eran escasos los momentos en los que podían estar de esa forma, por lo que aprovechaban el momento.

— Deku. —Llamó el rubio a su novio, observando como los ojos de el recién llamado lo observaban. Katsuki no se pudo resistir a su extrema lindura, y tomándolo del mentón, le besó. Con un roce intenso y lento.

Luego le dio otro. Y otro.

Izuku podía sentir que los besos de su novio eran bruscos y dominantes. Le besaban cada vez más fogosamente, lo mordía y lo lamía. Y él, sólo podía corresponder gustoso mientras soltaba jadeos.

Mi Pecoso. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora