14 - Rumpeltinzky, esto no era parte del trato.
¿Así se sentía volar?
¿Era esta la sensación de un corazón lleno?
¿Podría ser más feliz?
Muchas interrogantes daban vueltas en la mente del pecoso, mas no tenían respuesta, al menos no una con precisión. Si podrían ser resultas, se explicarían con los fuertes y rápidos latidos de su corazón, con su cuerpo el cual reaccionaba a total merced de ese sentimiento tan placentero que calaba en lo profundo de su alma; o con sus labios los cuales besaban tan apasionadamente los rojizos ósculos del dueño de sus pensamientos.
Esto es el cielo.
El alma de Katsuki gritaba frustrada de tantos sentimientos juntos. Había tanto por decir, tanto por hacer, que tan solo podía transmitirlo besando y acariciando al pequeño que le causaba pesadillas. Le odiaba por haberle roto el corazón, y aún así allí estaba, besándole con desesperación, pasando su lengua por sus muelas, recorriendo brutalmente la dulce boca con leve sabor a café.
Las minúsculas manos de Izuku se aferraron a la espalda del rubio que lo estrujaba tanto que le quitaba el aire. Sentía calor, calor que le quemaba la piel, que subía hasta sus mejillas y le hacía jadear cada que sus labios eran mordidos con leve fuerza. Creía estar en una especie de trance, pues no supo cuando había comenzado un segundo beso, con misma o más intensidad.
Para Katsuki no era un simple beso, era el significado de rendirse a la perdición. Sabía que iría a la misma mierda de antes, con más intensidad, y que quizás necesitaría como veinte sesiones de terapia para poder seguir adelante luego de dejarse caer nuevamente en el pozo de la pasión. Pero es que, ni siquiera quería pensarlo, solo quería que sus sentidos a flor de piel marquen un mapa de recuerdos, para el cual basarse para cuando continúe con su pausado libro mental sobre anatomía llamado Mi pecoso.
Este comenzaba por sus labios, continuaba por sus ojos, seguían sus pecas y terminaba en partes innombrables a voz alta.
El tercer beso fue diferente, esta vez, Katsuki había sido jalado por el peliverde quien caminaba hacia atrás, ronroneándole sobre sus labios y engatusándolo cual diablo a un mortal. El ambiente se sentía más pesado, más caluroso, tanto que el rubio pudo comprender rápidamente el ritmo que estaba tomando, y por más que amaría poder volver a ser dueño de aquel que un día fue suyo, sabía que debía respetar su cuerpo y cuidar los sentimientos de Izuku. Entonces, se dio cuenta de un hecho:
Lo amaba tanto que no podría hacerle más daño.
— Izuku... —Lo llamó, empujándolo suavemente, sobre la cama de este, ya que en tan poco tiempo había logrado llevarlo hasta aquel lugar. El nombrado no quería, se negaba a que su amado se alejara, le rompería el corazón si allí mismo lo rechazase. No quería escucharlo. Se aferraba con todas sus fuerzas al fornido cuerpo del rubio.
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Mi Pecoso. [Katsudeku]
Fiksi PenggemarKatsuki e Izuku tienen una historia bastante peculiar. Todo se pone de cabeza cuando una llegada inesperada se aloja en la pancita del pecoso. Un bebé les cambiaría el mundo, sin dudas. ••• × Yaoi & mpreg. × KatsuDeku. × Soft. × AU! Sin Quirk. × H...