Capítulo 17: Pero hey, las risas no faltaron.

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17 - Pero hey, las risas no faltaron

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17 - Pero hey, las risas no faltaron.

Esa mañana Shoto despertaba en su habitación, una muy grande y decorada tradicionalmente al estilo Japonés. Su padre siempre añoró un hogar así, ignorando por completo los gustos de su madre.

Se quedó sentado en la cama unos minutos, recordando las pocas horas que había dormido, todo gracias a la nueva noticia que Izuku le había dado en la noche.

Que pasaría el día con Bakugou.

Tal vez no era nadie para impedirlo, no tenía derecho a reclamar, al menos, una explicación. Aseguraba aún recordar el llanto de Izuku, lo mal que lo pasó durante el embarazo, y durante los primeros años de vida de Haru. Shoto siempre había estado ahí. Y ahora Katsuki vuelve como si nada a arrebatarle a su brócoli con ojos.

¿Qué tiene él que yo no?

Lo había dado todo por Izuku. Por esa niña que lo llamaba tío. Que no importaba cómo lo llame, él la amaba muchísimo. Entonces, ¿Por qué?

Se levantó sin ganas y caminó hacia el baño. En el pasillo del segundo piso vio hacia el patio interno que estaba en el centro de la casa, donde sus hermanos solían jugar y él se quedaba viéndolos.

Aquello le recordaba a otro tema en particular.

Aún quedaban al menos un año para poder irse al fin de esa casa. Y todo gracias a su padre, quien amenazaba con quitarle todos sus bienes y mesada, aún si era una persona mayor. Quería decirle que no le importaba su sucio dinero ni el puesto de cabecera que había sido suyo desde nacimiento. Sólo quería ser feliz, ser él mismo. Pero... Ni siquiera sabía qué quería. No se conocía.

No le quedó más que aguantar todas las amenazas de su padre y las obligaciones del trabajo, si quería seguir viendo a Izuki y cuidando de Haru.

Porque el maldito un día lo descubrió escapándose del trabajo para ir a verlo.

La cabeza de Midoriya va a rodar si sigues viéndolo.

Hasta que se llegó a un acuerdo, donde Shoto permanecería tres años más en el hogar y luego podría mudarse. Pero dejar la empresa jamás sería una opción. Y así, tendría libre acceso a días libres donde poder ver a Izuku y Haru.

Esfuerzos unilaterales.

Cuando bajó a la cocina para desayunar, ya estaba allí el maldito que tanto odiaba junto a sus hermanos. Durante los años que había estado el acuerdo, también incluía desayunos y cenas en familia.

Ni siquiera dio los buenos días y se sirvió su desayuno.

— Shoto. —Su padre le habló pero no levantó su mirada hacia él, lo que le dio pase libre a hablar.— Me he enterado del caso de Midoriya y el señor Bakugou.

Mi Pecoso. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora