Mi Pecoso. [Katsudeku]

Capítulo 19. Paternidad.

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19 - Paternidad.

Aquel miércoles Izuku despertaba con sus ojos cansados, había dormido mal y su cuerpo dolía.

— Buenos días... —Saludó, pasando a un lado de Shoto, quien acomodaba los cojines del sofá luego de dormir allí. 

— Buen... ¿Qué te pasó?

El peliverde arrastró sus pequeñas pantuflas de conejo por el suelo, encorvado como el jorobado de Notredamus como solía decirle Haru.

— Tuve una pesadilla. Y no pude dormir mucho luego.

Su amigo comprendió y se dirigió hacia el comedor para acompañar a Izuku en el desayuno. Era demasiado temprano y en unas horas debían ir a trabajar, no sin antes dejar a la niña en el colegio.

— ¿La de la espada borracha o el gallo loco? —Preguntó, recibiendo el movimiento negativo por parte de Midoriya.

— No, la de la araña que me grita nueve.

Shoto rio, calentando el café en la máquina.

— Tú y tus raras pesadillas. 

De pronto, el móvil de Izuku sonó y se movió unos centímetros por la vibración. Le sorprendía que alguien le mensajeara tan temprano, por lo que se colocó sus lentes de casa, aquellos que había comprado en una feria por un muy bajo precio. A veces discutía con Shoto sobre que eso sería perjudicial para su vista pero de igual forma le servía.

Desbloqueó el aparato tecnológico y bajó las notificaciones para leer que le había llegado un mail de su abogado.

Asunto: Prueba de ADN.

Con ansias abrió el correo.

"Querido señor Midoriya:

Con este correo mi intención es notificar sobre la autorización por parte del juez para la petición de la prueba de paternidad hacia Bakugou Katsuki.  Me he tomado la molestia de solicitar turno en Laboratorios Yaoyorozu, por lo tanto queda acordada la fecha y la hora para el día viernes veintitrés del corriente mes/año, a las dieciséis horas en punto. Estaré a espera de confirmación.

Saludos cordiales, Richard Madden."

El corazón le comenzó a bombear con fuerza y rápidamente envió un correo de vuelta confirmando que allí estaría. Ahora debía saber cómo era que iba a ver a Katsuki a los ojos luego de que cayera en la realidad, de que este lo había demandado.

•••

— Bueno, bueno, no llores más... —Dijo Kirishima hacia su pareja, tratando de consolarlo con una caricia en su mejilla.