Capítulo 8. La verdad.

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8 - La verdad

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8 - La verdad.

Al día siguiente, un Katsuki con cara de pocos amigos entró a su oficina. Su cabello estaba más alborotado de lo normal, y bajo sus ojos se hallaban unas grandes ojeras que demostraban su cansancio.

No había dormido en toda la noche y eso causaba estragos en su cuerpo.

Había llegado más temprano, necesitaba preparar su mente y corazón para cuando el peliverde que le causó insomnio hiciera su aparición. Sabía que no estaba de humor, y por lo tanto, no lo haría realizar esos trabajos humillantes que solía darle para aumentar su propio orgullo. Aunque la verdad, era que sí se sentía culpable por causar disturbios en su tranquila vida laboral. Hacía bien su trabajo, pero Katsuki deseaba estar en sus pensamientos todo el tiempo. Y si no podía conseguir que lo amase, estaba seguro que podría lograr que Izuku lo odiase. Porque sí, quería que aquel tuviera sentimientos hacia él, no quería borrarse de su vida tan fácil.

Unos años fuera del país lo habían desviado de su objetivo, mas no lo habían hecho desaparecer.

Fue entonces, como maníaco del control que era, que decidido llamar a su mejor amigo, para que lo ayudase a aclarar su cabeza. No podía andar por la vida mientras sus pensamientos y mente eran un desastre. No, se estresaría y las clases de canalización de la ira se irían al carajo.

No le faltaban las ganas de romper todo lo que encontraba a su paso.

Una vez sentado en la cómoda silla giratoria, acomodó las tres lapiceras en su escritorio de forma paralela al contrato a leer. Y ya calmada su rara manía perfeccionista, marcó con su celular último modelo, el número de su amigo pelirrojo.

— ¡Katsu-bro! ¡Hola!

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de llamarme con esa mierda de apodo? -Bufó, frunciendo su ceño.

— ¿Me llamas para insultarme? Blasty, me rompes el corazón, ay.

— Cállate mierda... Tengo un lío. —Comenzó, sintiendo que le costaba mucho pedir ayuda, y más que nada con ese idiota de dientes puntiagudos.

— ¡Dios mío! ¡Bebé! —Se escuchó su grito a través del teléfono, y el fondo la voz de Kaminari que respondía al llamado con un "¿Qué quieres ahora?"—. ¡Bakugou esta pidiendo ayuda sobre temas amorosos!

— ¡Ni siquiera te dije qué trataba, pelos de mierda! ¡Escucha de una puta vez! —La paciencia de Katsuki estaba acabando, y haciendo uso de lo aprendido en sus terapias, contó hasta 10 con respiraciones profundas.

Mi Pecoso. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora