Oscuridad.
Ante mí, no hay nada más que un vacío negro e impenetrable.
– ¿Hola? – Pregunto a la nada con un atisbo de esperanza por obtener una respuesta.
Para mi sorpresa, una risa se expande en el espacio.
– ¿Hay alguien?
– Un placer volver a verte, querida.
Reconociendo la voz al instante, mi cuerpo se tensa como respuesta.
Giro sobre mí misma, mas sigo sin ver a nadie. Trago saliva.
– ¿Dónde estoy? – Pregunto. Instantes después, retracto mi pregunta –. ¿Dónde estás?
– En tu mente – contesta sin más.
Un escalofrío me recorre de pies a cabeza sin poder evitarlo. «Esto es un sueño», intento convencerme a mí misma. «Vas a contar hasta tres y vas a despertar», continúo, convenciéndome a mí misma.
Su risa vuelve a surgir de la oscuridad, asustándome.
– ¿Quién eres?
– Ah, eso no importa, querida. No por ahora – contesta con calma, como si tuviese obligación de dar forma a sus pensamientos de forma más lenta para que yo pueda entenderle.
– Si no importa, ¿por qué no contestar y terminar con esto?
– Oh, ya no recordaba lo impaciente que eras – ríe –. No, Ashly, no estoy aquí para hablar de quién soy.
– Entonces, ¿para qué? – Pregunto, empezando a impacientarme.
– Eso deberías decírmelo tú – su respuesta hace que mi indignación aumente de forma inesperada. Quiero poner fin a esta situación sin sentido.
– Permíteme decirte que no se de que me estás hablando – replico –. Habla o déjame en paz, pero termina con esto.
Una risotada, esta vez prolongada, retumba en mis oídos.
– Voy a hacerte esta pregunta una vez y quiero que digas lo primero que pase por tu cabeza, ¿entendido?
Asiento con la cabeza y por un momento me pregunto lo estúpida que pareceré desde afuera.
– ¿Qué necesitas?
– Respuestas – mi respuesta es tan inmediata que me sorprende. Llevo las manos a mi boca de forma inconsciente al darme cuenta de lo que eso implica. Es como si esas dos palabras hubiesen sido capaces de activar un mecanismo en mi mente; una palanca de la que ni siquiera sabía de su existencia.
– ¿Respuestas sobre qué, Ashly? – Continúa.
– Sobre todo. Necesito saber cosas...
– ¿...cosas...? – me incita.
– ... cosas respecto a mi vida. Necesito saber qué ha pasado en estos últimos tres meses en mi vida, cómo han cambiado tanto las cosas, y más desde que me topé con él, con Acher – continúo. De pronto, es como si me hubiesen dado cuerda; todos mis pensamientos luchan por ser liberados en forma de palabras y, entonces, una idea absurda pasa por mi mente: ¿qué tipo de truco mental es este? – No sé nada de él; no entiendo por qué mis sueños toman esta forma; se me escapa por qué las personas más cercanas a mí han empezado a ser distantes. Necesito saber tantas cosas... – susurro. La angustia se instala en mi pecho al reparar en cómo mi vida se ha puesto patas arriba en tan poco tiempo.
Mi propio peso es el que me arrastra al suelo, donde me siento y me abrazo las rodillas.
– ¿Eso es todo? – Insiste su voz áspera y tranquila.
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Eternamente [Libro Primero] ©
Fantasy«Has tenido respuestas ante tí todo este tiempo y tu miedo te ha impedido verlas». Todos los derechos reservados.