Vuelvo a voltearme en busca de alguna señal que me haga ver dónde mira Marcos, pero no encuentro nada. Frustrada, tomo su rostro entre mis manos y le obligo a establecer contacto visual conmigo. Nuestros ojos conectan y unos segundos después, Marcos vuelve a tener toda su atención puesta en mi.
– Lo compensaré – susurra de pronto un poco más animado, como si apenas unos segundos antes no hubiese pasado nada –. El domingo. Tu y yo. Juntos. Por la tarde – sigue susurrando mientras alterna húmedos besos a lo largo de mi cuello entre sus palabras –. Te recojo a las cinco.
Cualquier otra cosa que rondaba mi cabeza unos segundos atrás, deja de atormentarme. Sus manos en contacto con mi cuerpo, acompañadas de su voz sugerente, hace que me olvide de mis preocupaciones en apenas siete segundos. Después de eso, no me queda otra que asentir como un muñequito mientras noto cómo mis piernas tiemblan como un flan.
Marcos parece notarlo ya que sonríe de nuevo y hace su agarre más firme mientras seguimos moviéndonos por la pista.
Las canciones se suceden una tras otra mientras bailamos, moviéndonos entre la gente. Vuelvo a sentirme como en una nube, en mi burbuja personal, mientras me pierdo en los pozos azul intenso que me miran con tanto amor.
Amor.
La única sensación que habita en mi ser, una sensación que es totalmente producida por el chico que me sostiene y no va a dejarme caer. Un momento mágico que para mi desgracia, se termina antes de lo que habría deseado.
Un pitido estridente procedente del micrófono rompe mi burbuja.
– Probando: 1, 2, 3... – la vocecita chillona de Lorenzo capta la atención de todos los presentes –. ¡Muy buenas noches de nuevo, damas y caballeros! – El pabellón estalla en aplausos y Lorenzo saluda mientras sonríe, disfrutando de su momento de estrellato –. Permitirme interrumpir la velada, otra vez, para deciros que... ¡ya tenemos los resultados de la votación! – Más aplausos –. Sin más dilación procederé a abrir el sobre... empezando por la reina del baile – se escuchan risillas nerviosas de fondo. Lorenzo se aclara la garganta y en el pabellón se hace el silencio. El profesor sigue mirando hacia la multitud con una sonrisa. La gente empieza a murmurar, a impacientarse; y de repente, vuelve a hacerse el silencio. Solo se escucha el repiqueteo de unos tacones por el escenario. Alzo la vista y aprecio cómo Lorena (la secretaria) le entrega el sobre con el nombre de la ganadora. Lorenzo lo abre de tal forma que solo él puede ver el nombre de la elegida. Sonríe; parece satisfecho –. Bien, damas y caballeros, tengo el honor de anunciarles que la reina del baile de este año es...
No se oye ni una mosca. Puedo notar cómo la mayor parte de las chicas presentes están conteniendo la respiración, esperando ansiosas el momento en el que Lorenzo las proclame ganadoras. Unos metros más adelante, puedo ver cómo Amanda sonríe segura de sí misma hacia la multitud, preparada para subir al escenario en cualquier momento a recibir su título.
De pronto, el silencio desaparece y todo el mundo rompe en aplausos. Me doy cuenta de que he estado tan ocupada haciendo mis conjeturas, que no he escuchado el nombre de la ganadora.
Empiezo a aplaudir como los demás para no llamar la atención mientras sigo con la mirada fija en Amanda. Visto y no visto.
Un segundo después, ella ya no mira al escenario, sino que se encuentra mirando hacia detrás... Hacia mí, en concreto. Su cara de felicidad ha sido sustituida por una máscara de odio y antipatía; parece que vaya a lanzarse sobre mi en cualquier momento.
Salgo de mis pensamientos cuando noto la mano de Marcos de nuevo en mi espalda, empujándome hacia delante. Lo miro fijamente.
– ¿Qué haces? –Pregunto extrañada.
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Eternamente [Libro Primero] ©
Fantastik«Has tenido respuestas ante tí todo este tiempo y tu miedo te ha impedido verlas». Todos los derechos reservados.