Las pesadillas siguen sucediéndose, imparables. Cada vez que cierro los ojos, el miedo me invade, atormentándome e impidiéndome dormir. Sin olvidar que cada vez más preguntas se formulan en mi mente como, por ejemplo, de qué demonios hablarían mi madre y Marcos aquel día en el salón. El cansancio y la falta de horas de sueño empiezan a hacer mella en mí, dificultando mi concentración e impidiéndome estar alerta.
Definitivamente, tengo que poner solución a ello. Es eso, o ir al médico para que me recete pastillas para poder dormir.
Mi delgado cuerpo choca fuertemente contra otro más grande y con mayor estabilidad en un descuido.
Una mano me sujeta antes de que caiga al suelo, incorporándome.
– Lo siento, ¿estás bien? – Pregunta una voz masculina.
– Sí, sí; lo siento – murmuro algo aturdida justo antes de alzar la cabeza. Mis ojos se abren sorprendidos cuando topan con otros marrones.
– Veo que me recuerdas, Ashly – dice Joel, cómico. Sonrío.
– Como para no hacerlo – ambos reímos.
– ¿Todavía no están en su sitio? ¡Espabilen, que es para hoy! – nos apremia Lorenzo con su voz de pito, justo cuando asoma por la esquina del pasillo.
Lorenzo es nuestro profesor de literatura, popularmente conocido por su timbre de voz "un poco" más agudo de lo normal en personas de sexo masculino.
Joel y yo entramos delante de él a clase. Examino el aula en busca de un sitio libre donde sentarme y diviso dos vacíos al fondo de la clase. Roto mi cabeza y llamo la atención de Joel silenciosamente, indicándole el lugar donde hay dos pupitres libres.
Caminamos rápidamente hacia allí antes de que Lorenzo nos riña por segunda vez en unos minutos, y nos dejamos caer sobre las sillas.
La clase da comienzo con una explicación a cerca del teatro contemporáneo, cosa que nos importa bien poco a todos los presentes. Los murmullos se hacen presentes en el aula poco después y entonces, tengo la certeza de que no van a cesar hasta el final de la clase; el profesor está demasiado absorto en su explicación como para mandar callar a nadie.
Aprovecho y apoyo mi cabeza sobre la mesa, cerrando los ojos. «Tal vez aquí pueda dormir», pienso.
O tal vez no.
– Oh, vamos. No me digas que me vas a abandonar ante semejante situación – oigo que murmura Joel a mi lado. ¿Con quién habla? - ¿Ashly? No me digas que te has quedado dormida. ¿Hola? - Insiste zarandeándome de un hombro. Se ve que conmigo.
– No, sigo despierta, pero no por mucho tiempo – digo con la mejilla pegada a mi brazo, sin apenas vocalizar. Haciendo caso omiso, sigue zarandeándome. - Joel, para, por favor. Necesito descansar – pido. - Joel, para – digo más enfadada ante su implacable insistencia.
– No. Eres mi compañera de pupitre, no puedes abandonarme ahora – suplica con una voz un tanto aguda que me hace reír.
Abro los ojos y miro ami alrededor. Las dos chicas que tenemos delante están demasiado concentradas copiando como locas lo que anota el profesor en la pizarra, mientras que, las personas de nuestra derecha, están inmersas en una conversación un tanto acalorada.
– ¿Has hablado hoy con Sandra? - le pregunto en un intento de sacar conversación. Una sonrisa se forma en su rostro.
– Sí, antes de venir a clase. Ya tengo ganas de verla – dice mientras hace chiribitas con los ojos y suspira. Río.
– ¿Te gusta? - Curioseo. Sus ojos quedan fijos en los míos.
– Todavía es algo pronto para saberlo con certeza, ¿no crees?
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Eternamente [Libro Primero] ©
Fantasy«Has tenido respuestas ante tí todo este tiempo y tu miedo te ha impedido verlas». Todos los derechos reservados.