Cosas mejores que hacer

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Tras varios días después de aquella fiesta, Oikawa había logrado evitar con éxito al de cabellos negros. Sabía que en algún momento podría cruzarselo y no tendría escape alguno, solo deseaba que ese día no llegara pronto, que se retrasara hasta sentirse mentalmente preparado. Para su desgracia, sus deseos no fueron escuchados y ese día viernes, al final de la jornada laboral y con Tooru ya en el elevador, vio al mayor entrar a este, por suerte habían mas personas por lo que obviamente no intentaría nada...
¿Verdad?

-Oikawa ¿Tienes un minuto? Necesito hablar sobre los últimos informes que me entregaste. -Dijo sin inmutarse el mayor, dejando al castaño helado porque era obvio que no le había llevado ni un solo papel desde aquella situación.

No podía negarse, no si el que se lo estaba pidiendo prácticamente era su jefe y habían más personas escuchando ¿Como negarse a algo así sin más? Ni siquiera lo debería de pensar.

-Está bien. -Respondió sin mirarle, saliendo a los pocos segundos del elevador junto a su jefe pero caminando a la escaleras que les llevaban al estacionamiento donde esperaba el auto de Hajime.

Al encontrar el vehículo, Tooru esperó a que el adverso desactivara la alarma de este y abriera las puertas con el botón automático, sin embargo, algo completamente distinto ocurrió.

Hajime en menos de dos segundos ya lo tenía acorralado contra el mismo auto, besando sus labios y sujetando sus manos para que así no se librara tan fácil de su agarre. Tooru estaba bloqueado y no podía hacer más que corresponder el intenso contacto que mantenían, incluso si era un lugar peligroso, por las altas probabilidades que tenían de ser descubiertos.

Pero al parecer a ninguno le importaba mucho en ese instante.

Las manos de Oikawa aflojaron un poco y Hajime liberó una de ellas para poder acariciar la cintura de aquel joven adulto que le quitaba el sueño, sonrió entre el beso al notar como se estremecía, amaba cuando este reaccionaba así a su tacto.

Tooru por su parte se aferró al cabello de Hajime mientras su boca se abría un poco más para dejar ingresar la lengua juguetona de su querido jefe, de su amado jefe...

Los minutos pasaron y ambos decidieron subirse al vehículo e ir a otro lugar mas privado, mucho más tranquilo para continuar. La sorpresa del castaño fue que al parecer, el de cabellos negros estaba tomando una ruta distinta del motel que solían visitar o de su mismo hogar cuando aquella mujer no estaba. Hajime no necesitó mirarlo para saber que cruzaba por la cabeza del de ojitos chocolate por lo que decidió romper el silencio.

-Vamos a la playa, tengo una casa allí. Creí que cambiar el aire de la ciudad te podría hacer bien.

-Tenía cosas mejores que hacer. -Respondió en un murmuro casi inaudible, si no fuera porque ni la radio iba encendida y no se escuchaba nada más que el motor del vehículo en movimiento.

-¿Como que? -Hajime sin notarlo estaba sonriendo, le gustaba y le irritaba a la vez esa faceta orgullosa del menor. -Además, cualquier cosa que hayas tenido planeada la puedes hacer otro día.

Tooru fingió ofenderse y se cruzó de brazos, mirando por la ventana y pensando que tal vez, solo tal vez, la mejor cosa que tenía para hacer era ceder al moreno. Al menos eso intentaba pensar, y deseaba que fuera mutuo.

"Puedo ser..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora