CAPÍTULO 11

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'Tú pagaras por él'

—Me gusta esta blusa, pontelo, no esta haciendo mucho frío y se te vera bien —opino Sara, mientras lo lanzaba hacia mis brazos.

—Olvide que lo tenia en mi guardarropa —sonreí al ver que no estaba tan mal.

—Vamos, vístete —me dijo sonriente mientras entraba al baño.

—¿No me dejaras sola verdad? —pregunté mientras me cambiaba.

—Claro que no, además, Stephen nos acompañará, ¿Tú novio también irá? —me preguntó con una pequeña risa.

—No es mi novio... Pero, si, me dijo que vendría —dije saliendo del baño.

—Algún día estarán juntos, y sabes que nunca fallo en lo que digo —me dijo segura.

—Una vez tendrás que fallar, eso no pasará —le dije mientras me miraba con el ceño fruncido.

—¿Porque? ¿Acaso el asunto es complicado? —preguntó haciéndome pensar.

—Algo así, no es como lo demás, tiene un millón de cosas escondidas, que ni siquiera se con quién me estoy metiendo —suspire mientras me recargaba en mi escritorio. 

—Recuerdo que de pequeñas eras muy selectiva con el tipo de chicos que te gustaban, y de lejos se que Bill jamás lo hubiera sido pero ahora es distinto —me explico pensativa.

—¿Y eso es malo? Debería de estar muerta del miedo con él ahora mismo.

—No lo es, y es exactamente lo que no debes de sentir, siempre te escondias de los chicos, y raramente con él no te provoca hacerlo, de repente tiene algo bueno, se paciente —me dijo con una media sonrisa.

—¡Oigan! —exclamó la voz de Stephen tocando la puerta —Ya llego el que las va a escoltar.

—¿Quién? ¿Nick Jonas? —preguntó Sara con ironía mientras yo reía.

—Gracias, subes mi autoestima Sara —dijo Stephen sarcástico —Vi a Bianca salir, los destinguidos de este lugar ya están en la fiesta antes que nosotros.

—¿La conoces? —pregunte a Stephen mientras caminábamos por los pasillos.

—Mi hermano estuvo aquí hace un año, al parecer la expulsaron por ser cómplice de una pelea de aquí —me respondió, recordando aquella primera vez que la vi.

—¿Es posible volver a una universidad de donde te expulsaron? ¿Enserio? —preguntó con enojo Sara.

—El dinero maneja a todo mundo —dijo el ojiazul poniendo los ojos en blanco.

Mi cabeza de repente, saco tantas teorías en menos de un segundo, que terminó por marearme por un momento. Bianca nunca me habló sobre ello, y mi única teoría razonable sería que tal vez, aún no habíamos llegado a esa confianza, pero terminaba por suponer que el problema de su familia con la mudanza fue solo una mentira. Trato de entenderla, yo tampoco lo hubiera dicho ante una persona que recién conozco, sin embargo, ¿Porqué no decírmelo después de conocernos?, tal vez no confiaba en mi lo suficiente.

Y como dijo Sara, la noche no estaba tan fría, aquellas casas detrás del campus, estaban llenas de luces, combinandose los colores, el ruido haciendo eco y mientras más nos acercábamos era más intenso, algunos con aquellos típicos vasos rojos llenos de alcohol, risas y euforia.

Entramos al lugar, y es donde me puse a pensar que tal vez la Elena del pasado estaría hechando humos, en efecto, yo juraba que nunca estaría en lugares como este, pero ahora esto es diferente.

—¡Ian! —exclamó Sara de repente, apareciendo en nuestro campo visual un chico alto y con una sonrisa amigable.

—¡Sara! Pensé que no ibas a venir —supuso el chico.

—Esa era la idea pero mi amiga Elena necesitaba salir de su cueva —explicó Sara provocando que le diera un golpe en el brazo. 

—Hola, Elena —dijo dándome un beso en la mejilla mientras aún reía por el chiste de Sara —Entiendo que ella puede ponerte en aprietos a menudo.

—Hola —sonreí —Si, lo hacía cuando eramos más pequeñas... Lo había olvidado.

—Bien, tu necesitas un poco de alcohol, ahora vuelvo, cuidala por mi —dijo ella, mientras se iba del lugar.

—Wow, ella si que te cuida mucho —dijo Ian haciendo que riera.

—Bueno, de hecho le pedí que no me dejara sola, no tengo muchos amigos por aquí —le dije mientras veía a algunas cuantas personas bailando en el centro.

—No te preocupes, ya tienes uno más en tu grupo social —me dijo con una sonrisa a la que yo devolví.

Mi teléfono empezó a vibrar dentro de mi chaqueta, era mamá, le dije que no me llamará a altas horas de la noche.

—Disculpa —le dije a Ian, quien entendió mientras iba saliendo de lugar.

Con un poco menos de ruido, saque mi teléfono, contestando la llamada.

—Mamá, ¿Qué pasó? ¿Porque llamas a esta hora? —pregunté preocupada.

—No es nada cielo, quería ver si seguias despierta y ya veo que si, ¿Qué es esa música Elena Wilde? —dijo mi madre con aquel tono amenazador.

—Solo es música de afuera mamá, te llamo luego, tengo que hacer algunas cosas —dije.

—Bueno, eso espero, te quiero.

—Yo también —dije mientras cortaba la llamada.

No deseaba ser descortés con ella, pero sabía que sí se enteraba que estaba en una fiesta tal vez se preocuparía toda la noche y muy probablemente llamándome cada diez minutos.

Guarde mi celular dentro de mi chaqueta, mientras volteaba para entrar, viendo a Ian aún en el mismo lugar, quería volver ahí pero Bianca de repente llegó.

—Y aquí estas, te estaba buscando, pensé que no vendrías —dijo ella dándome un ligero abrazo.

—Terminaron por convencerme —me encoji de hombros mientras sonreía.

—Al fin —dijo ella emitiendo una risa —Ya me olvidé porque estaba saliendo de aquí, ¿Puedes entregarle estas pastillas a mi amiga? Apenas llegó y ya está muy mareada, tengo que contestar.

—Si, pero ¿Dónde está? —pregunté mientras ella me daba aquellas pastillas.

—En el segundo piso, la segunda puerta —dijo ella mientras contestaba su teléfono.

Asentí, mientras volvía a aquella casa, por fuera se veía pequeña pero por dentro era otra percepción, de vuelta la música resonaba a todo volumen y esta vez había más gente bailando. Había olvidado las razones de porque no me agradaba este tipo de fiestas y una de ellas, era que algunas personas no eran tan fuertes con respecto al alcohol y ahora estoy aquí con unas medicinas en mis manos, al menos Bianca era algo precavida con esto.

Entré al cuarto, que a decir verdad, estaba demasiado oscuro, y solo había una luz encendida, la del baño, debe de estar demasiado mal.

Me acerque a la puerta pero no vi a nadie, trate de buscar el interruptor de la luz del cuarto pero me era imposible mirar con claridad, estaba dispuesta a salir y buscar otra habitación, sin embargo, mi pulso cambio en un instante al sentir unas manos apretando mi boca, dejando caer lo que traía en mis manos y por instinto hacer que quien sea que fuera, se alejara de mi.

De repente, pequeñas luces tenues se encendieron en el lugar, pero aún seguía con aquellas manos aferrándose a mi, sentía que solo me quemaban la piel cada vez que luchaba contra ello. 

—Elena, no pensé que una muchacha como tú nos traería tantos problemas, no es tu culpa, es la de él, no hizo lo que se pidió contigo, no quizo hacerlo a las buenas y lamentablemente tu pagaras por él.


Sour Romance » Bill SkarsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora