CAPÍTULO 28

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Elena

“Y así nació una flor”


No sabía a quién deberle lo que había acabado de hacer, si a mí coraje o a mis sentimientos rotos. Lo que sí sabía era que ya todo estaba hecho y no había vuelta atrás.

Había escapado de aquella casa.

Ahora debatía mi aire y espacio en una maldita maletera de un auto con un traficante y su mujer. Estaba claro que no había planeado esto antes, pero las circunstancias lo ameritaban. Benjamín también es un cabecilla que trabaja para Tristan, las indicaciones que dio a Bill me bastaron para saber que se dirigía hacía ese hombre y rezaba para que sus planes no cambiarán.

El auto se detuvo, no hubo más murmullos, el cierre de las puertas movió ligeramente el auto y las pisadas contra pequeñas piedras se apaciguaron al cabo de minutos.

Supe que era momento de salir.

~•~

—¡¿Cómo nadie la pudo ver salir si custodian toda esta casa de mierda?! —exclamó Bill con furia ante todos sus guardias quienes formaron una media luna en toda la sala.

—Bill, hijo —llamó Rebecca saliendo de la cocina viendo al chico con la respiración agitada y las manos peinando su desordenado cabello con rudeza —Calmate, sabes que no puedes atacar si estas de esa forma.

—No lo haré solo, Rebecca. Despreocupate por eso, solo la quiero encontrar cuanto antes.

—Date un minuto, por favor. —suplicó tratando de encontrar su mirada que divagaba con ira por todo el lugar.

—Ya me di treinta minutos —respondió.

—Y eso es demasiado para mí —opinó el hombre quien entró a la casa.

—¡Bill! —exclamó una asustadiza Sara quien acaparaba la molestia de Evan al verse obligado a traerla —¿Dónde está ella?

—¿Porque la trajiste aquí? —preguntó el castaño hacia Evan, ignorando a la chica.

—Porque ella es mi amiga, así que lo van a hacer conmigo o nada —respondió ella obteniendo un gesto de molestia de su acompañante.

—Es tu culpa, Bill. ¡¿Es que no la conoces?! —gritó colocándose de pie frente al castaño.

—¡Escucho algo que no debía! ¡Le dije que se escondiera porque Benjamín estuvo aquí!. Dime, ¿Qué querías? ¿Qué la descubriera y le dijera de su existencia a Tristan? —interrogó lanzando preguntas al aire.

—Pues ahora por tus lazos personales con otros cabecillas, Elena está jodida, ¡Por tu culpa!.

—¡Esta jodida desde que nació y tu lo sabes! ¡Tú, yo y todos aquí lo estamos! —escupió sin remordimiento —Pero ella no lo eligió, así que confía en tus malditos genes de que ella haya heredado tus mismas capacidades. Porque yo confiaré en ella hasta lo que pueda. 

Bill se deshizo de su saco, y sin pensarlo, cogio el rifle que se encontraba descansando en el mueble de cuero como tal pluma. Tomó un fuerte suspiró, abriendo las puertas de par en par, siendo escoltado por dos de sus hombres.

Evan con tal amargura, acompaño a su no tan amigable aliado con la misma cantidad de hombres detrás suyo y por supuesto con la chica que era al altamente probable de que corriera el mismo peligro que ahora su desaparecida hermana.

Lo que había sido un día común, se convirtió en el principio del fin.

~•~

Mis manos fueron las que salieron primero del asiento trasero después de tantos golpes, mis pulmones me lo agradecieron una vez que sentí el aire fresco. Me apoye de mis caderas para salir de la cajuela, mis nervios me estaban jugando una mala pasada una vez que salí por completo y deseé no salir del auto, sin embargo, no podía quedarme quieta.

Aún recostada en el asiento, revise el bolsillo de mi pantalón, revisando si el arma no se había zafado por mis bruscas acciones. Todo estaba en su lugar, menos de lo que estaba por venir a mi mente ahora.

No conocía la cara de Tristan, ni siquiera tenía certeza si estaba en el lugar correcto, es cuando maldeci en voz baja, arrepintiendome, la única idea que tenía en mente era saber quien era Tristan y lo pude haber averiguado tan solo pidiendo una foto, había cometido un error.

Retire el seguro de la puerta con calma, sin embargo, todo eso se esfumó cuando alguien se acercó a la ventana y por consiguiente cayendome sobre mis espaldas ante el susto, con un fuerte abrir, escuche su voz entre mi agitada respiración y el temblor en mis manos quienes apuntaban hacia su cabeza.

—¿Qué haces ahí conejito? —preguntó el hombre sin inmutarse a mi directa advertencia junto a una risa macabra.

Otro golpe hacia el vidrio de la ventana me congeló el cuerpo, otro más me había descubierto, estaba totalmente rodeada. Baje el arma con cuidado, esperando de que alguna manera mi acción disminuyera cualquier cosa que pudieran tener en mente.

—Sacala de ahí —pidió su compañero con un acento asemejante al ruso, y en un segundo mi cuerpo quedó contra el piso.

Jadee del golpe que me di, intente pararme pero me levanto de forma brusca y rápida, haciendo temblar mis piernas, mi corazón se detuvo por un momento al sentir el frío de su arma contra mi cabeza y una de sus manos empuñando contra mis muñecas. Podía sentir su respiración detrás de mí oreja, aquello me heló el cuerpo.

—Ahora camina, niña, si no quieres un oxidado metal dentro de tu cabeza —susurró, trague saliva, acatando nada más que sus órdenes.

Me dirigí hacia la única puerta que estaba frente mío, hecho de metal y custodiado por otros dos hombres más quienes abrieron las puertas de par en par, observando nada más que oscuridad y una vez entrando, la luz del día parecía haberse desaperecido para siempre y la misma noche quedaba para siempre intacto en este lugar.

—¡Мистер! —grito el compañero que venía delante de nosotros. Desconocí por completo su significado.

Un hombre de traje y corbata, hizo acto de presencia con una sola mirada en la habitación donde aquellos hombres me trasladaron.

—оставь это в кресле —dijo el hombre bien vestido, dejando su cigarrillo al borde de la mesa mientras me miraba.

El ruso trajo una silla, mientras el que me sostenía me coloco encima de está con brusquedad. Se alejaron, quedandose a los costados, como si fuera capaz de hacer algo teniendo a tres hombres contra mi.

—Disculpe los malos tratos, señorita —habló el hombre de traje sin quitarme la mirada de encima, mientras se colocaba de cuclillas. Tan solo trataba de desviarlo —Seamos amables, que una cara bonita no merece ser tocada con violencia. Me presento muñeca, Tristan Santoro. ¿Y tu eres?.

—Elena —susurre.



Nota: Una gran disculpa a todos los que estaban esperando un nuevo capítulo, no tuve la inspiración ni el tiempo necesario, lo siento.

A pesar de la demora, he visto que muchas nuevas lectoras se han unido por lo que les doy la bienvenida ❤️. Espero alguna de ustedes se reporte en los comentarios ❤️ los responderé en seguida y pueden preguntar lo que quieran, los espero.


Sour Romance » Bill SkarsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora