CAPÍTULO 30

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"Ella"

Elena


Mis labios están resecos, la falta de agua en mi sistema hacia que solo pensará en ello, provocándome más ansias. Una melodía melancólica volvió entre pedazos a mi mente, una que mi abuela solía cantarme cuando no podía dormir. Y cante, en un susurro apenas audible mientras mi cuerpo yacía en la cama de una habitación que estaba por caer en la oscuridad, los últimos rayos del día se marcaban en el techo agrietado que tenía en frente de mis ojos y cerré los ojos, enfrentando un nuevo día al abrirlos denuevo.

—¡Callense y suban ahora! ¡Ya, ya! —exclamó uno de los hombre robustos mientras subía a una niña pequeña al camión.

—Por favor no... —suplico una mujer antes de subir, colocándose de rodillas sobre la arena y en medio del sol que podría jurar que sus rodilla ahora deben estar ardiendo pero aquello es lo de menos estando aquí.

Uno de los hombres fue hacia ella, cociendo entre sus manos el cabello de la mujer haciendo que esta gritara mientras la arrastraban lejos del camión. Aparte la mirada de inmediato, prediciendo lo que estaba apuntó de ocurrir, mis ojos chocaron con la niña quien temblaba en medio de todas las mujeres.

—Oye, ¿Cómo te llamas?. Yo soy Elena. —digo mostrándole una media sonrisa mientras me colocaba a su altura.

—Phoebe... —soltó un temido ahogado oyendo el grito feroz de la mujer.

Busque su mirada forzandola a ver mis ojos, sujete sus manos e inicie la primera conversación que se me vino a la mente.

—Phoebe, que bonito nombre. Tenía una amiga que se llamaba así, hicimos muchas aventuras juntas a tu edad, escalábamos árboles o cazábamos peces, ¿algunas vez hiciste algo así? —cuestionó sintiendo mi respiración agitada.

—No... P-pero me gusta nadar —respondió entre pequeños sollozos.

—Wow, eso no lo se hacer. Podrías enseñarme algún día, ¿Te apetece? —digo rápidamente y al momento que asintió con la cabeza un disparo se oyó a los lejos haciendo que la pequeña saltará del susto y sollozando mucho más —Shh... Todo está bien, ven siéntate conmigo. —la lleve hasta a mi asiento, tratando de ocultar su cuerpo de la vista de los matones que estaban acercándose —Te enseñaré a escalar si nos mantenemos en silencio, ¿Esta bien?.

Phoebe asintió, aferrándose a mi mano. De pronto, los hombres estaban aquí verificando que nada extraño pasará hasta que cerraron las compuertas hundiéndonos en la oscuridad y el calor.

No me había hecho falta salir al exterior para saber que no estábamos en Nueva York. Había permanecido en un camioneta por horas y luego en un cuarto por tres días enteros, siendo la voz de Tristan la única que reconocía en mis noches solitarias. Sara me había hablado de lo que ellos hacían y ahora me encontraba en uno de esos tantos factores. No sabía que iba a ocurrirme, solo se que soy la invitada especial de Tristan.

Durante estos días, toda emoción me era difícil de reconocer pues me inyectaron variadas dosis que me hacían dormir o estar desorientada y cuando su efecto disminuía podía palpar mis emociones en un grado que sólo deseaba explotar. Me siento perdida, y solo podía llamar en mi mente a Bill. Bill. Bill.

Aunque ahora es casi imposible tener la esperanza de volverlo a ver. 

—Quítate lo que traes puesto —dijo Tristan al llevarme a un cuarto el cual estaba lleno de vestidos brillantes. Este hombre saco unas pastillas de su bolsillo quien las tragó como si fuera agua —. ¡Ahora, Elena! 

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2021 ⏰

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Sour Romance » Bill SkarsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora