Capitulo 1: Primer día de trabajo.

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Era otoño, hacía frío en el centro de California, todo estaba calmado, sólo se escuchaban el sonido de la autopista y las personas apuradas para ir a sus respectivos trabajos. Estaba todo normal, hoy era un nuevo día, yo, Ansel Bradley comenzaría un nuevo trabajo como alquimista. Aún no me había recibido de la universidad, supongo que habrán dudado en llamarme o no para integrar esta nueva empresa, los nervios se apoderaban rápida y pequeñamente de mi.

'Mi capacidad no solo depende del esfuerzo e inteligencia que cualquier ser humano o...no, ser vivo...' '...depende, sino, la magnitud del cual se ha basado este proyecto al intercambiar conceptos de arquitectura y modelos nucleares que hacen..., no mejor describir, si, si...modelos nucleares que describen el paso de lo que se llama...no, eso no.'

-Cariño.

Memorizaba tan profundamente que ni si quiera escuché a mi madre.

Agarré una hoja en blanco y copié cada frase que salía de mi boca. Era raro, como también difícil, pero si no estaba listo para la primera visita a mi nuevo trabajo quizás me reprocharé todo mi vida por arruinar semejante oportunidad.

-Tus tostadas. -obserbé que mi madre dejó dos pequeñas tostadas con crema y una taza de café sobre la mesa, pero estaba tan concentrado en mi borrador que mi madre decidió no molestarme más.

-Perfecto. -dije en un tono casi afónico.

Agarré una tosada con crema y me la metí en la boca lo más rápido posible.

-Hoy has madrugado.

-Sí, hay que estar preparado para cosas como estas. -tomé otra tostada y a continuación un sorbo de café.

-Hijo, se que no te gusta que me entrometa en tu vida y mucho menos en la laboral, pero no quiero que te estreses tanto en esto -le dió un sorbo a su té. -sé que trabajas duro y te conozco lo suficiene como para decirte que te irá bien. No hay por que estar nervioso.

-Gracias, mamá, pero no estoy nervioso, quiero terminar con todo esto, conocer a mi jefe y asi... -miré mi reloj.-se me olvido!

Tomé las llaves y un poco de dinero.

-¿A dónde vas?

-A comprar algo y de ahí al trabajo.

-De acuerdo, te amo hijo.

No alcanzé a responderle con tanta prisa.

EL PUESTO DE CIGARRILLOS.

-Quiero una caja, por favor. -el sujeto que atendía no me vió si quiera a los ojos y me cobró diez con cincuenta. De allí fuí directo hacia la parada del autobús.

Como el autobús tardaba tanto abrí la caja de cigarrillos y prendí uno. Tardé en memorizar de nuevo las palabras pero cada vez que agregaba algo se me olvidaba lo otro.

Llegó el autobús. Le dí el último aspiro al cigarrillo y lo tiré al suelo.Pasaron los minutos y mas gente subía al bus hasta que llegó mi parada. Bajé del vehículo y me encontré a la famosa y gran empresa "Grondlis", habían más de mil empleados allí y me sentí orgulloso de formar parte de aquellos. Pasé por la puerta principal y veía a muchas cámaras enfocando a un señor canoso con traje que se veía serio y viejo. Vi que las cámaras se alejaron y me acerqué a él.

-¿Señor Grondlis?

-¿Qué quieres niño? Mira que hoy no es día para vender galletas eh. -dijo echando una risa mientras firmaba papales que, amablemente, su asistente le alcanzaba.

-No, no, nada de eso señor. Vengo porque usted...bueno su empresa me han llamado para estar hoy aquí.

-¿Eres periodista?

Alessia, como vivir la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora