CAPÌTULO 67

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MÌA

Me levanto a las diez de la mañana, ha llegado el personal que está colocando todas las mesas, sillas y arreglos florales, me paseo por los jardines y observo el cuidado que tienen para colocar todo, las carpas son transparentes, se puede ver los barcos y el cielo azul, no se ve ninguna nube obscura, suspiro conforme voy fotografiando esta casa, donde he sido muy feliz al lado de mis padres y hermanos, extrañaré esos juegos con mis hermanos, los consejos de mis padres, sé que no me voy para siempre, pero no me despertaré para ir a tocar a sus habitaciones, jugar ajedrez con mi padre, los juegos de mesa con mis hermanos.

Por mi mente pasan tantas cosas, ¡cuando crecí! Oigo mi nombre y es mi madre, me pregunta si estoy nerviosa y le contesto que no, al contrario, siento mucha paz, solo me preguntaba ¡cuando crecí! Ella de inmediato me abraza, empieza a llorar para decirme que no se diò cuenta, pero que le agrada ese crecimiento, porque me ve feliz, satisfecha de mis logros, que se siente tan feliz de haber contribuido a esa felicidad.

Se une mi padre y me pregunta si me estoy arrepintiendo, lo miro seria y empieza a reír, él dice que se va su princesa convertida en una reina, también me abraza, los tengo uno a cada lado, les pido recorrer los jardines a su lado, que me cuenten desde que nací y con sus propias palabras me describan que sintieron cuando supieron que me esperaban, porque el nombre, mis travesuras, sus satisfacciones como hija y estudiante, que travesura les hice que les haya marcado, etc.....

Escuchar palabra por palabra de ellos, me sentía muy protegida, no fui niña consentida por lo que oigo, simplemente tuve una buena niñez y no hubo necesidad de regaños o castigos como mis hermanos, la ilusión de ser niña, Christian tenía que ser niña y fue niño, por eso cuando descubrieron que yo si serìa niña, cerraron la fábrica, fui el milagro que esperaban. Entramos a la casa a tomar algunos alimentos, después de escuchar mi biografía de boca de mis padres, los abracé y les di las gracias, subí a bañarme, ya estaba la persona que me dedicará su tiempo para maquillarme y peinarme.

Todo fue muy rápido, en cuanto me pusieron mi vestido, me di cuenta que seré la esposa del hombre que he amado desde hace más de cinco años, el espejo en frente de mi me decía que valía la pena esperar para desposarme. Cuando entró mi padre a decir que mi novio había llegado, me tomó de la mano y bajamos hasta el jardín. Todo iba en cámara lenta, al llegar al lado de mi prometido, nos miramos con mucho amor, solo a los lados estaban mi cuñada y mi hermano, testigos de mi matrimonio civil.

Ahora nos pasamos al costado donde estaban todos los invitados, el sacerdote que casó a mi hermano Elliot, Ethan sin soltar mi mano me dijo

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Ahora nos pasamos al costado donde estaban todos los invitados, el sacerdote que casó a mi hermano Elliot, Ethan sin soltar mi mano me dijo.

_ Te vez muy hermosa, te amo señora Steele.

_ Te amo señor Steele, ahora a pedirle a Dios que bendiga siempre nuestro matrimonio.

_ Ya está bendecido desde que nos unimos en cuerpo y alma señora Steele.

_ Sí, no lo he dudado nunca señor Steele. La ceremonia fue muy emotiva, el evangelio hablaba del amor de las parejas y formar una familia católica y amar a los hijos en esa fe, pero cuando me puso el anillo y me dijo que me amará, respetará, cuidará y vivirá para mí, lloré de alegría, diciéndole te amo amor, por siempre te amaré. Durante la fiesta nos divertimos bailando y posando para las fotos.

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