CAPÍTULO 18

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ANASTASIA

Me agrada desayunar con mis hermanos, en las tardes me voy al velódromo, con mi bici remodelada no puedo entrar a la pista, pero alquilo una bicicleta de carreras, me siento volar cuando voy a toda velocidad. Por la noche cuando llegan mis hermanos cenamos y platicamos a grandes rasgos como nos fue, mi hermana Kate esconde algo, casi siempre va entablar un dialogo y le da vueltas a esa plática, ella solo aclara que es una sorpresa. Al día siguiente después de desayunar me recordó mi hermano que se irían más temprano porque la avenida principal está en reparación, él y Kate se fueron mucho antes que yo, pero no dejamos de convivir por ello en el desayuno.

Antes de entrar a la bici vía, dejo estacionada mi bicicleta, empiezo a repartir mis volantes para la guardería de perros, los buenos días que dejo antes de entregar el volante, es muy reconfortante para algunas personas, me da coraje que entrego el volante, y unos metros más adelante, los veo tirados sobre la avenida, del tiempo que llevo entregándolos, se cuales autos son los que tiran el volante, anoto las placas y ya no les doy, ahora son más autos que de costumbre por la desviación.

Me acerqué a un auto muy hermoso, un BMW color negro con asientos gris, por fortuna el conductor llevaba su ventanilla baja y le di los buenos días como acostumbro, mi sincera sonrisa por lo que hago, lo que me dijo el conductor de ese hermoso auto, me dejó boca abierta. Buenos días señor, le puedo dejar este volante por favor.

_ Gracias, pero no me gusta la basura en mi auto.

_ Disculpe, que tenga un hermoso día. El tono de voz de algunos conductores hombres o mujeres me ponen triste, ¿Cómo puede haber gente tan malhumorada tan temprano? Seguí repartiendo y se me terminaron muy pronto los volantes, ya que es un mundo de autos por la desviación.

Al llegar a la guardería, saludo a mis jefes y me acomodo en mi computadora, antes de que lleguen las mascotas, mando imprimir cien volantes ¿cómo saben cuántos volantes repartí? Les ponen folio, diario reparto cien volantes y eso es bueno, tengo la costumbre de recoger los que tiran, porque la ciudad se ve horrible con basura, cuando pienso en esa palabra "basura", recuerdo al guapo enojón que dice que no quiere basura en su auto, también anoté sus placas, sé que no debo volver acercarme, fue contundente.

Me olvido del guapo enojón y me dedico a prepararme para recibir a las mascotitas, el primero en llegar siempre es un maltés, se llama "COSITA", todos los dueños de las mascotas se me quedan viendo cuando le doy los buenos días y me contestan con un ladrido, después con sus patitas me dan los cinco, el saludo de mano con pata, le paso el aparato donde puede verse si trae alguna infección o pulguillas, si trae infección en su piel pasa directo con el veterinario que llega a las 7 de la mañana, si tienen pulguillas no los podemos recibir, es muy raro quien traiga pulguillas, pero como trabajan esas personas, los llevan a la estética canina aquí mismo, lo bañan con el jabón anti pulgas y regresa impecable.

De los treinta y cinco que tenemos, me se sus nombres, se sus debilidades y sus gustos, cuando están en adiestramiento los observo, el chico que los adiestra que es una de las actividades que tienen en esta guardería, les enseña saludarme, por eso cuando digo buenos días ladran, lo del saludo de la pata cuando les digo cinco, les doy la palma de mi mano, a la mayoría no los veo cuando se van por mi horario, pero la chica que cubre el turno vespertino los entrega, me encanta cuando los meten a nadar, corren, brincan, juegan, tal como si fuera un niño de escuela.

¿QUIERES CASARTE CONMIGO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora