El primer día

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Tengo mucho frio, mis manos y mis pies están inmóviles. No siento la mitad de mi cuerpo. Abro los ojos lentamente ignorando el dolor y el hormigueo que me inundan.

-Está estable- dijo una voz masculina- Presión.

-Normal- respondió una voz suave y femenina.

-Signos vitales- digo la voz masculina.

-Todo en orden- respondió la voz femenina.

Una luz blanquecina que casi me deja ciega se asomó a lo lejos, reconocí la lámpara apuntando a mi rostro. Pude ver mi cuerpo conectado a varias máquinas, y algunas figuras borrosas de hombres vestidos de blanco y con barbijos cubriendo su rostro.

-Está despertando-  dijo una mujer a mi lado.

-Genial- dijo uno de ellos y se acercó a mí- ¿Estás bien?

Asentí agotada y luchando por mantener mis ojos abiertos, me sentí abrumada con todo esto.

-¿Algo te duele?- dijo mientras las enfermeras se movían por la habitación.

Asentí.

-Ya te sentirás mejor, tranquila.

Como si sus palabras me ayudaran.

Intenté sentarme, no estoy cansada, pero siento que mi fuerza se fue al sur a pasar el invierno. Estoy realmente débil.

Un enfermero con el rostro cubierto me ayudo a sentarme.

-Todo está estable, déjenla descansar- alguien dio esa orden, todos los ojos fueron hacia mí y luego salieron lentamente de la habitación dejándome sola.

Miré todo, las máquinas a mi lado, una silla a lo lejos con una chaqueta negra colgando de un costado, una ventana enorme donde algunas personas me miraban con asombro, ¿Qué pasa? ¿Estoy despeinada? ¿Tengo algo entre mis dientes? Cuando confirme que no seguí observando la habitación, era blanca y fría.

Luego la puerta se abrió, un hombre joven y alto entró, el vestía jeans negros y una camiseta plateada, fue lo único que pude distinguir.

-Hola…- dijo con voz suave y serena- no sabes cuánto esperé este día- gimió en voz baja.

Le miré confundida y le dediqué una sonrisa débil, cuando se sentó a mi lado, esa blanca luz le iluminó el rostro, tenía rasgos delicados, ojos fuertes y muy brillantes, labios carnosos y rojos. Cabello marrón chocolate y ojos azul grisáceo. Bien aun débil y todo esto, puedo distinguir a alguien sexy a kilómetros de distancia, y sip, este tipo lo es.

-Me llamo Trent Parks y tú eres mi tátara tía abuela Tatiana- dijo en una voz sexy… espera ¿qué? ¿Cómo que tu tátara tía abuela Tatiana? Obviamente soy menor tú.

Le miré con confusión.

-Te lo explicaré después- sonrió- debo irme.

Este tipo me cagó el cerebro en menos de diez segundos. Genial. Estoy jodidamente confundida.

Decidí dejar de pensar y recostarme, ni bien intenté regresar a mi antigua posición sentí un dolor agudo en la espalda, Auch.

Me quedé como estaba y comencé a dejarme llevar por el sueño.

La vida después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora