Entrenamiento

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-Debemos seguir- me dijo Daniel.

Negué con la cabeza. Mis piernas son gelatina, no tengo aire, me duele todo... no puedo.

Daniel me arrastró hasta el final de la pista y una vez que el teniente nos dio luz verde, me tiré al piso.

-¡Tú! El del suelo- gritó un soldado.

Miré a mi alrededor haber quien era el desafortunado, luego noté que era yo.

Tragué saliva- ¿Si?

Daniel me ayudo a pararme.

-No deberías estar aqui. Vete.

Negue con la cabeza. El hombre sonrió, y dijo que no duraría ni una semana.

Eso me dolió. Daniel me dio una palmada de apoyo en la espalda y ambos nos encaminamos a nuestra habitación.

Estaba bien, hasta que miré a Trent en el camino.

Se ve muy mal. Mis ojos brillaron, en ese segundo Daniel me aparto de los aprisionados, sabía que no tardaria en ser débil y correr a sus brazos.

-Calmate- me dijo cuando entramos a nuestra habitación. Lloré en sus brazos.

-Morirá pronto, Daniel- dije sin aire.

Negó con la cabeza- el y Travis son luchadores. Se que podrán. Ahora descansa, que tendremos cosas que hacer después.

Sequé mis lágrimas, me torturé por un rato pensando en ellos. Me duché, kientras el agua caia y el mundo desaparecia a mi alrededor, deseaba con todo mi corazón verlos, sanos y salvos. Noté que hablaba de Trent, el sabelotodo, fuerte y listo. Confio en que ambos podrán salir de eso.

Solo quiero verlos ya.

POV' Trent

Ver a Tatiana me ayudo, definitivamente. Caminé con menos pesar al saber que ella estaba con vida y que estaba con Daniel. Espero que el la cuide bien. Porque si muero el debe cuidarla y si no lo hace mi alma lo va a atormentar.

-¡Apúrate!- me gritó un hombre.

Maldecí en voz baja e intenté acelelar el paso.

Luego cuando casi llegaba al pequeño cuartucho donde generalmente nos dejan, me empujaron y caí al suelo.

-¿Qué demonios?- grité al chocar con fuerza el piso.

-¡Cierren las rejas y sueltenlos!- gritaron los soldados, se fueron y una luz verde parpadeó.

Miré a los otros presos que estaban conmigo, todos estabamos confundidos. Menos un ex marino que trabajaba para mi país.

Y sonó un ¡Crack! Miré hacia los lados.

Y de repente cinco enormes Tavis salieron de las sombras.

Para los qie no saben, un tavi es una mezcla de perro, lobo y tigre.

Son grandes, plomos con blanco y las manchas características del tigre, gruñe y aúlla de vez en cuando, y sus dientes son tan grandes y mortales.

Abrí bien los ojos al verlos entrar. Retrocedí como pude y trague saliva.

Calmense, tranquilos.

Un hombre gritó y corrió hacia la entrada. Mal plan, los Tavis fueron tras el y lo atacaron.

Mordieron su cuello y todo inmediatamente se llenó de sangre, todos fueron con él, a alimentarse.

Temblé, mierda.

¿Qué hago?

Esas fieras se tragaron a ese hombre en menos de media hora, habían algunas viceras, huesos y sangre restantes.

Luego nos miraron.

Respiré lentamente mientras caminaban entre nosotros.

-Dios- susurro uno. Y todos los Tavis le miraron. El se movió y todos saltaron contra él.

Solo escuché sus gritos pidiendo ayuda desesperado, su hermano intentó ayudarlo pero ambos acabaron con el mismo destino.

Mis ojos se cristalizaron, me hice amigos de ese par de hermanos, me ayudaron a saber que hacer y en menos de media hora lo único que quedaba de ellos era sangre, huesos y un poco de piel y pellejo.

Intenté no gemir. Intenté no respirar.

Las mujeres, todas cayeron primero. Gritaban suavemente y en eso los Tavis las mataban.

Me acerqué al cuerpo de mi viejo amigo, o lo qie quedaba de él. Estaba temblando, tenía miedo. Urgue entre la carne y saqué uno de sus huesos, el húmero.

Lo rompí e intenté sacarle punta. Otro hombre vio lo que hice y se acercó para hacer lo mismo. Era ese marino.

El resto intentó imitarnos, pero estaban heridos y hacian ruidos de dolor, fuertes. Todos murieron.

Intenté no llorar, intenté aguantar ver a toda esa gente morir frente a mi y no poder hacer nada.

Cuando ya iba a meterme el marino me golpeaba para no hacerlo.

Un Tavi me miró, cogí el hueso y me aferré a el temblando.

... el Tavi se tiró sobre mi. Encaje el hueso entre sus dientes e intenté empujarlo fuera de mi.

Su boca estaba a tres centímetros de mi cara, olí ese infernal aroma, sus dientes enormes ya sangre y saliva me salpicaban. Estaba desesperado.

-¡Ayuda!- grité con la voz rota. Y el tavi se detuvo, no entendí que pasó hasta que vi un pedazo de hueso salir de su garganta.

El marino le clavo el hueso en el cuello. Recobré en aire mientras el animal muerto me empapaba de samgre y me cubria con su peso.

Estaba en shock, todo... era demasiado.

-¡Párate imbécil!- me gritó el marino.

Empuje como pude a esa bestia y me pare, todos los Tavis nos miraban y gruñian. Listos para comernos.

-¿Q...qué hacemos?

-Haz ruido- me gritó, comenzó a chillar y gritar, golpeó los huesos con el metal y no se separó del cuerpo del tavi muerto.

Hice lo mismo y lentamente los Tavis nos rodearon.

-Orina.

-¿Qué?- miré al hombre.

-¡Orina! este es nuestro territorio.

Tragué saliva. Ese hombre se bajo el pantalón y orinó al rededor del animal, en una esquina.

Supongo que nuestra esquina, mi corazón partia mi cabeza, baje mi jean e hice lo que él. Sellar el territorio.

Pasamos días encerrados ahi. Nos alimentamos del Tavi muerto. La gente muerta.

El marino sacó todo el interior del tavi. Viceras, estómago, todo y luego se metió adentro. Así dormiamos. La piel nos calentaba. La sangre y el olor de mierda ... me mataba lentamente.

Lloré la primera noche y el marino me abrazó.

La vida después de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora