1.- Un ruido bonito.

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La señora Park se encontraba confeccionando un lindo vestido para novia, tan blanco como la nieve y tan precioso como el de una princesa, a parecer del pequeño Jungkook.

—Mami, ¿tú lo usarás? —preguntó Jungkook con un vaso de jugo en su pequeña mano.

—No, lo usará una bella dama que está a punto de casarse y formar una familia como la nuestra —respondió ella con una pequeña sonrisa, tocando su naricita y viéndolo con ternura, haciendo reír al menor.

—Tú eres una dama bella, mami.

—Gracias, bebé, y tú un niño muy apuesto.

—Entonces..... ¿formarás otra familia y nos dejarás? —Sus cachetes se empezaron a colorar y en sus ojitos se veían las lágrimas a punto de ser derramas.

La señora Park se alarmó, tenía muchos más vestidos que arreglar, y si Jungkook hacía una rabieta, toda su tarde apartada para el trabajo se iría a la basura, pues no era muy fácil contentarlo y hacerlo callar una vez que comenzaba. A menos que tuviera algo entretenido para hacer.

—¡No! No, no bebé, es para una jovencita que vive del otro lado del parque y que se casará con su prometido, quien trabaja en la zapatería donde te compré tus zapatos. —Tuvo que decirle al niño todo lo que sabía sobre sus clientes, a pesar de que éste tal vez no lo comprendería.

Jungkook calmó lo que se habían convertido en pequeños sollozos, dejando su vaso en la mesa para tallar sus ojos, limpiando las pocas lágrimas que habían salido de ellos con sus dos manos.

—¿L-los de lucecitas de colores? —Quitó sus manitas de sus ojos y levantó la vista, esperando la respuesta de su madre.

—Sí, Jungkook, esos —dijo algo ya frustrada la mayor por lo sensible que era su hijo menor.

El niño lanzó un grito de emoción y levantó sus brazos dando por hecho la victoria de haberse quedado con su madre, siendo que nadie estaba peleando con él por ella. Al hacerlo, por accidente rozó su vaso, haciendo que se tambaleara. La señora Park, notó esto, y lo más rápido que pudo jaló el vestido, quitándolo de la mesa, lo que ocasionó que el líquido terminara por derramarse. Asustada volvió su vista al vestido de novia, ahora en sus manos, y el corazón le volvió al pecho al verlo impecable como al principio.

Su felicidad no duró mucho, pues el arreglo de la cintura que había estado cociendo, se arruinó por completo por el jalón. Suspiró cansada. No es que le llevara mucho tiempo hacerlo, pero eso sí, estaba muy consciente de que atrasaría su trabajo restante.

—Lo... ¡Lo siento mucho, mami! —Y las lágrimas empezaron a caer una tras otra.

"Lo que faltaba", pensó la mujer, suspirando y yendo por un trapo para secar el desastre.

—¿E-estás enojada? —preguntó con algo de miedo, mientras sorbía su nariz y veía a su madre mover el pedazo de tela de un lado a otro por encima de la mesa.

—No, no lo estoy. —Trató de calmarlo. Sus ojos se abrieron al ocurrírsele una idea—. ¿Por qué no vas por tus juguetes y sales al patio a jugar un rato? —preguntó amablemente, sin dirigirle la mirada, dejando el vaso y el trapo en el lavabo.

—¿Así me querrás de nuevo? —cuestionó inocentemente, asomándose desde atrás de una silla.

—Si te digo que sí, ¿saldrás y jugarás? —Se agachó junto a la silla para poder verlo.

—Mmh... ¡Sí! —Sus labios hicieron una pequeña sonrisita.

—Entonces sí. —Le sonrió y revolvió su cabello—. Pero ponte suéter, no quiero que te enfermes. -Se levantó y se dirigió al vestido previamente dejado en el respaldo de una de las sillas.

¡Estúpido Vecino Gay! || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora