40.- Celos.

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El peliazul despertó a causa de un leve traqueteo. Abrió sus ojos, encontrando un poco de luz frente a él, a causa de la ventana con las cortinas corridas y una sombra que tapaba un poco aquella luz.

Se incorporó, llevando su mano a sus ojos, tallándolos, mientras bostezaba un poco.

—Buenos días, sólo estoy revisando sus signos, disculpa —habló la enfermera, con una tablilla con varias hojas en sus manos.

—No se preocupe —dijo, observando como la mujer movía la bolsilla de suero y demás cosas, para luego volver a hablar—. Noona, ¿cómo está él?

La mujer acomodó los lentes por sobre el puente de su nariz, leyendo las notas que acababa de escribir—: Está estable, pero algo débil. Probablemente se encuentre mareado al despertar.

—¿Ya está por despertar? —Se apresuró a preguntar.

La mujer lo miró algo exaltada. Su reacción había sido algo rápido para alguien que acababa de despertar.

—Despertará.

Y con eso se marchó de la habitación.

Yoongi suspiró. Eso era todo lo que necesitaba saber aunque ahora se preguntaba cuando lo haría.

Observó los pequeños dedos del chico, soltando una corta risilla. Los tomó, empezando a jugar con ellos. Su sonrisa había aparecido por primera vez después de lo ocurrido. Pero se desvaneció al momento de recordar el suceso, haciéndolo rechinar sus dientes.

La puerta sonó, haciendo voltear al peliazul. Un agitado Seokjin se encontraba en la entrada.

Yoongi lo observó unos segundos y cuando iba a preguntar por el estado del pelinegro el otro se le adelantó.

—¿Realmente no lo hizo?

El mayor no entendía su pregunta—: ¿Hacer qué?

—¿Usted... realmente no lo hizo?

Yoongi elevó una ceja. ¿De qué hablaba?

—¿Hacer qué? —volvió a preguntar, a razón de la inexistente respuesta dada.

El menor apretó sus labios. No quería decirlo. No quería desconfiar del chico frente a él, pero...

No hubo respuesta. El muchacho sólo bajo su cabeza, sin atreverse a articular palabra alguna.

Yoongi seguía confundido, sin embargo regresó su mirada al chico reposando en la cama, y siguió tocando y acariciando los pequeños dedos del rubio.

—¿Cómo? —Apretó sus manos en puños, tratando de no alterarse.

El mayor regresó su mirada hacia atrás. ¿Por qué no decía las cosas claras?

—¿Cómo es que puedes estar tan tranquilo ahí? ¿Cómo puedes tener tanta calma aún cuando Jimin luce así? —preguntó, su mandíbula se cerraba cada vez con más fuerza.

Yoongi no lo sabía. Él no estaba tranquilo. Lo último que tenía era calma. Y lo único que podría traer ese sentimiento de vuelta era volver a escuchar la voz del niño dormido frente a él. Sin importar si fueran reclamos hacia él.

Su mirada se desvió de la de Jin, fijándola nuevamente en la mano que sostenía.

—Yo... no entiendo. No sé qué sucedió. Mi mente es un nido, no puedo pensar con claridad al verlo de esa forma —dijo, refiriéndose a su amigo—, ¿cómo es que puedes siquiera mirarlo?

¡Estúpido Vecino Gay! || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora